“Tras la JMJ, ya no puedo decir que Dios no existe”

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“Tras la JMJ, ya no puedo decir que Dios no existe”

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“Tras la JMJ, ya no puedo decir que Dios no existe”

Un total de 150 estudiantes de la Universidad Católica de Valencia (UCV) y jóvenes de la Pastoral Universitaria de la Diócesis partieron a finales del pasado mes de julio en tres autobuses hacia Portugal, donde participaron en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa. Los alumnos de la UCV contaron con un gran privilegio en esta JMJ: fueron la única expedición universitaria que acompañó a la Universidad Católica Portuguesa (UCP) en un encuentro exclusivo con el papa Francisco.

Junto al resto de jóvenes católicos llegados de todo el mundo a la capital lusitana, los universitarios de la UCV participaron, además, en los distintos eventos de la JMJ, desde la misa de apertura y la ceremonia de acogida al Festival de la Juventud o el viacrucis con el Sumo Pontífice. El momento cumbre tuvo lugar en la explanada del Campo da Graça (Campo de Gracia), donde se celebró la vigilia de oración con el Santo Padre el 5 de agosto y, al día siguiente, la santa misa, presidida por el propio Francisco.

Los alumnos de la UCV que estuvieron en Lisboa han comenzado ya el nuevo curso con el recuerdo de lo vivido allí todavía muy fresco, como le sucede a Lucía Jiménez Díaz-Alejo, estudiante del grado en Medicina, para la que Lisboa ha sido un punto de inflexión: “Gracias a esta JMJ he puesto de nuevo a Dios en el lugar que le correspondía en mi vida y he vuelto de allí, sobre todo, con el deseo de que todo el mundo pueda conocerle”.

“Siempre había estado cerca de la Iglesia, tenía un grupo de amigos en la parroquia, pero en segundo de bachiller empecé a faltar a misa por los estudios y me alejé, también en el primer curso de la carrera. Cuando apareció la posibilidad de la JMJ lo vi como una oportunidad para volver a conectar con la fe y también para acercarme a mi grupo de amigos, que son de la parroquia universitaria”, explica Lucía.

“Sin Dios en medio hay experiencias que no se pueden explicar”

La alumna de la UCV reconoce que viajó a Lisboa “sin muchas expectativas”, pero se vio sorprendida por lo que allí le esperaba: “Recuerdo en especial el día de la vigilia, un amigo contó que lo estaba pasando mal por una situación personal. A partir de ahí empezamos a hablar unos y otros, algunos nos conocíamos poco, compartiendo nuestros sufrimientos, realmente desahogándonos. Al final éramos diez personas y se creó una unión enorme entre nosotros”.

“Sin que esté Dios allí en medio no puedo explicar esa experiencia, no es algo que se viva en la calle. Nada une tanto como la presencia de Dios, no sé cómo explicarlo, pero es una experiencia brutal. Después de esa y otras situaciones durante la JMJ no puedo decir que Dios no existe. Por eso, no quiero volver a perder la fe que he recuperado, y ahora vivo la misa del domingo como una forma de dar gracias a Dios por lo que vivido durante la semana y de pedirle que me ayude en la siguiente. Además, canto en el coro con mis amigos, lo que para mí es otra forma de rezar, una que vives desde muy dentro”, añade Lucía.

“La JMJ me ha ayudado a ver que no estoy solo como joven y católico”

El recuerdo más importante que se ha traído de la peregrinación Ignacio Ribot –maestro graduado en la UCV y actualmente alumno de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte- también pertenece a la vigilia de oración con Francisco: “Se me ha quedado grabada una reflexión del papa, que nos invitaba a no mirar a nadie por encima del hombro; la única manera correcta de mirar a alguien desde arriba es cuando está en el suelo y necesita que le ayuden a levantarse. Todos podemos caernos a causa de algún problema o dificultad.

“La JMJ ha aumentado mi fe y me ha ayudado a ver que no estoy solo como joven y católico, que hay mucha gente con mi edad que tiene la misma fe, que piensa como yo; y eso me impulsa a alimentar esa fe. Por otra parte, allí conocimos a muchísima gente, más de la que yo me imaginaba. Me sorprendió comprobar que los hispanoamericanos vivían la fe de manera más intensa y que en sus países no existe tanto rechazo a lo religioso como en España”, expone.

El número de jóvenes reunidos en Lisboa fue también “importante” para Pablo Vicente, graduado en Magisterio con mención en Educación Física: “Lo que más me tocó fue ver a un millón y medio de jóvenes en silencio rezando ante el Santísimo durante la vigilia. Lo que descubrí en la JMJ, en general, es que hay mucha gente joven como yo, que tiene fe y muchas ganas de transmitirla al mundo”.

“La peregrinación ha sido una especie de regalo de Dios. Es la primera vez que he participado en un encuentro tan grande, inolvidable y crucial para mi desarrollo espiritual y personal. Allí he visto el mismo amor de Dios que me han transmitido mis abuelos, ese que nos ayuda a llevar la cruz”, señala.

“En Lisboa me he dado cuenta de que es imprescindible vivir la fe en comunidad”

Delia Montés, alumna de cuarto curso de Medicina que se encuentra actualmente de Erasmus en Olomouc (República Checa), se apuntó a la JMJ sin dudarlo tras la experiencia del curso anterior en la peregrinación a Santiago de Compostela, organizada también por Pastoral Universitaria: “Me encantó lo que viví allí y quería ir con el mismo grupo que conocí en Santiago porque ya somos amigos.  Me apetecía mucho participar en un encuentro de jóvenes tan grande con el Papa y experimentar de esa forma a la Iglesia”.

También la vigilia fue un momento importante para Delia, donde sintió que el millón y medio de jóvenes reunidos en el Campo de Gracia eran “todos uno” y las palabras de Francisco se le quedaron grabadas: “El papa nos dijo que somos perfectos como somos y no como queremos ser o como la sociedad quiere vernos. Sobre todo, me tocó cuando comentó que no tengamos miedo, eso lo repitió mucho. La lección que aprendí allí es que Dios nos quiere como somos; que no tengamos miedo porque no estamos solos nunca, que siempre nos acompaña.”

“La JMJ me ha hecho ver que los jóvenes católicos somos un montón. En cada parroquia puedes ver que somos poquitos, pero allí vi que la fe es algo grande que mueve a muchísima gente y que es alegría. En la JMJ me he dado cuenta definitivamente de que vivir la fe en comunidad es imprescindible; una persona a solas no puede. Desde hace un tiempo voy a la parroquia universitaria de Valencia, San José, y en Olomouc me está costando no tener un lugar de referencia. Ahora que estoy viviendo sola la fe aquí compruebo que vivir la fe en comunidad es mucho mejor”, añade.

Próximos destinos: Italia y Corea del Sur

Como Lucía, Ignacio y Pablo, Delia está animada ya para la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Roma (Italia) en el año jubilar de 2025: “Tengo muchas ganas de esa peregrinación y también de la siguiente, que será en Seúl (Corea del Sur) en 2027”.

Antes de ir al encuentro del papa en Roma y Seúl, estos cuatro estudiantes tienen aún mucho tiempo por delante. Para vivir el día a día con la misma alegría que si estuvieran en una JMJ, Lucía comparte algunas reflexiones nacidas en Lisboa: “Tenemos que dar gracias por lo que tenemos. Muchas veces nos despertamos pensando «otra vez tengo que ir a clase, a trabajar…», quejándonos por todo, cuando, en realidad poder despertarte ya es un regalo; todavía lo es más ir a clase y en esta universidad. Es una alegría estar en un entorno en el que hay gente que conoce a Dios y vive la fe; a veces, estando en el campus, le digo alguna amiga «venga, nos vamos a la capilla a rezar» y eso es una pasada”.

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