Molesta la propuesta antropológica católica (Carola Minguet, Religión Confidencial)

Molesta la propuesta antropológica católica (Carola Minguet, Religión Confidencial)

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Molesta la propuesta antropológica católica (Carola Minguet, Religión Confidencial)

En una reunión reciente, la ministra de Igualdad ha trasladado su malestar al presidente de la Conferencia Episcopal Española porque, supuestamente, en colegios católicos de distintas provincias españolas se fuerza psicológicamente a los alumnos homosexuales para que dejen de serlo. Es decir, ha querido denunciar, como llevan haciendo distintos medios de comunicación desde hace unos meses, que hay educadores que presionan a los muchachos para que se embarquen en terapias de conversión irrespetuosas con la identidad sexual elegida.

En este asunto hay datos que piden ser dilucidados y se entremezclan temas sensibles que requieren abordarse, por tanto, con delicadeza. Ahora bien, también hay algunas incoherencias que llaman la atención.

Una tiene que ver con la libertad y la coacción. Según este relato, no existe el sexo, sino el género que se escoge, y en dicha elección no debe meterse nadie a no ser que quiera pisar un derecho individual. La biología no es determinante. Haber nacido mujer o varón es un relativo condicionante, lo que ocurre es que la cultura tira de estereotipos para definir ser mujer o varón vistiendo de rosa o azul a un bebé, regalando muñecas a las niñas y balones de fútbol a los niños. Por su parte, la doctrina católica afirma que la persona nace varón o mujer y que, en la donación recíproca entre ambos, si está bien hecha (a todos los niveles, no sólo al genital; también está el psicológico, el afectivo…) uno de sus frutos es la paternidad y la maternidad; algo magnífico, porque el hombre y la mujer nos complementamos.

Las dos lecturas son incompatibles, de modo que, si es una, la otra no puede ser. No obstante, siguiendo el esquema argumentativo de los de Igualdad, deberían poder coexistir ambas y también otras ofertas que quieran entrar en el ruedo, pues no hay una verdad antropológica (y, en consecuencia, no hay mentiras antropológicas), sino opciones, constructos, teorías… a las que cada cual puede adherirse según le plazca o según se identifique.

Habría que ver entonces si lo que molesta es que persista la propuesta católica (lo cual sería incoherente con la tolerancia que se propugna) o la forma en la que se expone en los colegios confesionales, que, ciertamente, no debería ser nunca en términos de discriminación ni presión hacia ningún joven (además sería inútil, pues sin libertad no puede darse la labor educativa). Por lo que parece, no se ha probado que así haya sido en los centros puestos bajo lupa. Sin embargo, sí que hay ya maestros silenciados. Igualmente, todo apunta a que los padres que quieren una formación católica para sus hijos no van a poder recibirla en estos colegios, abocados a renunciar a su ideario (la última novedad son las sanciones vía multas y retirada de subvenciones, pero se empieza a barajar la cárcel en determinados supuestos). ¿Quién ejerce entonces la presión y coarta la libertad?

Por otro lado, si no se quiere esta formación, basta con buscar alternativas en otros colegios. Sin embargo, hay padres contrarios a la misma que escolarizan a sus hijos en escuelas diocesanas. ¿A qué se debe esto? Algunos apoyan su decisión en un argumento curioso: quieren para sus hijos los valores de un colegio católico, pero sin referencias a la fe o a la Iglesia. Vaya, que ambicionan el fruto sin las raíces, sin la savia. Y esto no es posible. En nuestra sociedad muchas cosas están cayendo porque se pretende el fruto sin la savia por inmediatismo, por capricho, por lo que sea. La paella cuesta tres horas de cocinar. Si quieres comida rápida, lo suyo es ir al McDonalds.

En fin. Hay más incoherencias y se pueden explicar mejor. Además, cuando éstas confluyen se debe a que hay intereses detrás. ¿Por qué no se comparten abiertamente? La opacidad en la era de la transparencia y de los planes de acción para la democracia es otra incongruencia… pero mejor dejar esto para otro día.

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