¿Cómo visten los valencianos? (Francisco A. Cardells, Las Provincias)

¿Cómo visten los valencianos? (Francisco A. Cardells, Las Provincias)

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Decía el maestro de la alta costura Christian Dior que las mujeres no llevan la ropa que les gusta, pero les gusta lo que llevan. Esta frase lapidaria daría por si sola para un tratado sobre indumentaria y antropología por el significado que destila. En cualquier caso, pienso que la mayoría de las personas, no sólo las féminas, difícilmente consiguen llevar siempre las prendas que gustan por diferentes razones tanto socioculturales como económicas que no vamos a abordar.

Si echamos una mirada a nuestro entorno para ver cómo se visten los valencianos en la actualidad parece que se están dando cambios progresivos. Se valoran los complementos y la asimetría, pero salvando los códigos de colores y patrones de las reglas sociales. Más que seguir una línea clara, lo dominante es una fórmula casual o informal pero no descuidada sino definidora de una manera de ser forjada en los últimos treinta años y capitaneada por aquellas mujeres que pasaron por las universidades en las últimas décadas del siglo XX y que ahora se encuentran en la mediana edad.

Las valencianas del 2023 gustan de emplear tonalidades monocromáticas ligadas a la primavera mediterránea, cobrando importancia los complementos en el conjunto como pañuelos, zapatos y bolsos, recordatorio de aquellos ajuares que veneraron hace siglos sus antepasados. Visten de forma casual sin grandes alardes que quedan reservados para las ocasiones. Así, la fiesta tradicional moviliza miles de valencianos, en especial las Fallas, con una indumentaria arraigada de fuerte dimorfismo sexual, cuyos elementos son venerados (mantilla, corpiño, faja, saragüells...) por considerarse plurigeneracionales y constitutivos de la valencianía.

Empleando la jerga de hoy diríamos que los hipsters, como el resto de tribus, se van arrinconando y se impone la moda o estilo sporty. Es decir, que aquellos varones de derechas enamorados de lo vintage o retro, que vendieron un mundo alternativo hace veinte años, que se dejaron la barba larga y pusieron gafas de pasta, sacaron del armario de sus padres la camisa de leñador y el sombrero de casa del abuelo tienen los días contados. No digo que desaparezcan, pero cuantitativamente se están convirtiendo en una moda más dentro la amplia factoría. Ahora el discurso dominante busca combinar las prendas formales con las deportivas, que aunque partió de la cultura hip hop y la siguieron no pocos raperos famosos, fue a partir de la escenificación de influencers y actrices como ganó espacio en las grandes ciudades de la moda europeas desde el 2020. Es cierto que no entró por Valencia sino que se importó de Barcelona y Madrid; y también que se trata de un estilo que hay que cuidar para no confundir con chonis y canis, de trato más vulgar y con prendas de menor calidad.

Mientras, las tendencias contrapuestas no se esconden bajo la noche valenciana desde el Carmen hasta Cánovas pasando por Russafa, Patraix o tantos barrios. Rubias oxigenadas con pantalón en una mesa del bar y en la de enfrente otra con descuidado cabello largo de mechas pastel y vestido tradicional estampado del mercadillo. Varones retro con sus barbas pobladas frente a clásicos bien afeitados. Somos una fauna sin duda.

¿Y que queda de lo tradicional valenciano? Podría hacer una acrobacia y decir que el pañuelo o mocaor al cap de los varones ahora se conviere en sombrero o incluso que los saragüells o calzones altos y anchos tienen su símil adaptado en los pantalones campana.

Pero eso es más que un triple salto mortal y no saldría ileso. Los pantalones como prenda habitual casual para los jóvenes es indiscutible y el calzado varía de lo más formal hasta las zapatillas de deporte, pero la conexión con la indumentaria tradicional habrá que buscarla en la abstracción del estilo, las gamas cromáticas y la combinación de ropas según el registro.

Estas y otras preguntas serán lanzadas, revisadas y exploradas por especialistas los próximos días 26 y 27 de abril en la ciudad de Valencia, desde la sede de la Universidad Católica de Valencia en el VIII Congreso Internacional de Historia Comarcal sobre Indumentaria: identidad y poder; a la búsqueda de una afirmación propia para la moda valenciana.

Si han llegado hasta aquí les daré una afirmación contundente como premio: la moda no es casual. Y lo podemos decir con propiedad porque en la Comunidad Valenciana es el sector productivo de mayor número de empleados, casi 35.000, entre calzado, textil y confección.

La industria de la moda no es sólo un puñado de diseñadores y modistas de prestigio y tendencias diferentes, sino que conlleva un trabajo que cada vez más está ligado a la Inteligencia Artificial y la producción en tecnología en 3D. En el laboratorio de las nuevas tecnologías cabe todo y hasta se estiman las creencias de cada lugar por una estética u otra, la simetría-asimetría, las tonalidades y los estampados … para que nos sea más fácil vestir por conformidad social y como dijo Dior nos guste en definitiva lo que llevamos puesto.

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