La salud es uno de nuestros mayores bienes. En el mantenimiento de la salud uno de los factores que incide directamente es el estilo de vida que lleva cada persona. Es una forma de vida que se basa en patrones o pautas de comportamientos aprendidos a través de las interacciones sociales, es decir, de las relaciones familiares, escolares, de sus amigos o de su entorno. Y uno de los elementos determinantes de un estilo de vida saludables es la práctica de actividad física.

El informe realizado por la OMS sobre la situación mundial de la actividad física 2022, indica que actualmente el 81% de los adolescentes y el 27,5% de los adultos no alcanzan los niveles de actividad física recomendados. Y la encuesta específica del Eurobarómetro realizado en 2023 por la OMS y la OCDE, concluye que en la Unión Europea (UE), el 45% de las personas dicen que nunca hacen ejercicio ni practican deporte, y una de cada tres personas tiene niveles insuficientes de actividad física.

La actividad física, es un innegable garante de la salud en cualquier etapa de la vida. Bajo una correcta dirección, es capaz de proporcionar una mejor calidad de vida si se realiza de una manera constante y con un trabajo armónico de los diferentes componentes condicionales, destacando entre ellos la fuerza. Así mismo la práctica de actividad física es una experiencia personal y sociocultural, que nos permite entrar en contacto con uno mismo, conocer a otras personas o simplemente disfrutar “porque sí” de la práctica de actividades.

Cada edad requiere un tipo de actividad distinta, y la adolescencia pone a prueba el carácter inconformista y retador de este momento vital. Debe servir para cubrir dos grandes necesidades; la social, con prácticas distendidas, ausentes de competición y psicológicamente catárticas y con un reto a la vista. Esto ha de tener continuidad comprendiendo la temporalidad del efecto, es decir, entender la necesidad de perseverar en la práctica para un correcto mantenimiento de la capacidad funcional, que permitirá asentar hábitos preventivos que dejen a un lado el extendido axioma de que la salud es equivalente a la imagen, prevaleciendo el componente lúdico y no los extremos, que distorsionan el concepto de salud.

La práctica de actividad física, o mejor, de ejercicio físico cuando está programado, facilita decantarse por hábitos que cuidan el presente y salvaguardan el futuro de jóvenes que, en muchas ocasiones, no la han elegido en primera instancia, quizá por la carencia de cultura deportiva y a la poca visibilidad que se le da al deporte para todos como aspecto preventivo.

A pesar de este hecho, puede confiarse en nuestros adolescentes, el gradual cambio en hábitos alimentarios saludables que van adoptando, su respeto por el medio ambiente o la aceptación que tienen entre este grupo poblacional las nuevas prácticas de actividad física que marcan tendencia, evidencian que no son ellos quienes deben tomar ejemplo, ya son el espejo en el que debemos mirarnos los demás.