Alexa dirige el culto dominical (Carola Minguet, Religión Confidencial)
Noticia publicada el
martes, 20 de junio de 2023
En una iglesia luterana de la ciudad alemana de Fuerth, ChatGPT ha dirigido el culto dominical en lugar del pastor. Así lo recoge una noticia de El Debate, donde se explica que el avatar de un señor con barba conversó con los fieles a través de una gran pantalla instalada sobre el altar. El servicio atrajo a más de 400 personas, entre curiosos y creyentes, y duró unos cuarenta minutos. Comenzó con el tradicional «en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén», seguido de un inusual «Alexa, comienza el servicio».
Parece una parodia de los Monty Python o de Tricicle, lo cual sería una proeza en estos tiempos de cancelación, pero no lo es. El teólogo vienés Jonas Simmerlein ha ideado este experimento, sobre el que ya se ha pronunciado Andrea Ciucci, coordinador de la Academia Pontificia para la Vida y autor de distintos libros sobre inteligencia artificial (IA): «No me preocupa que se experimente con la IA generativa a todos los niveles, ni me escandaliza que se utilice para intentar dar sermones. Creo que la cuestión debería plantearse de otro modo. Si los fieles no notaron la diferencia, debemos preguntarnos a qué tipo de homilía han estado acostumbrados».
Como imagino que esa locura no tardará en llegar a latitudes católicas, está bien hacerse la pregunta que plantea Ciucci.
Si un sermón consiste en explicar un concepto, puede plantearse con inteligencia artificial, más aún cuando muchos de los que se dan evidencian lagunas preocupantes sobre la doctrina católica o apartan el anuncio del Evangelio para perderse en disertaciones teológicas. Ambos extremos apagan el fuego del Espíritu. En el medio, además, está otra tentación igualmente dañina, y es la de replicar discursos de lo políticamente correcto o recurrir a moralejas buenistas que nada tienen que ver con la experiencia de la fe. En eso la inteligencia artificial es experta, pues acepta como "verdad" el pensamiento dominante (ni tan siquiera el mayoritario). Arthur Clarke apuntó que cualquier profesor que pueda ser sustituido por una máquina, debería ser sustituido por una máquina. Que se lo aplique el predicador.
Sin embargo, una homilía no va de presentar ideas, sino que está en función de la edificación del cuerpo de Cristo, que corre el riesgo de desvanecerse en la experiencia de lo digital. En ese sentido, este episodio funesto supone una adulteración de la fe al olvidar que el cristianismo es una cuestión de carne y de cuerpos. Con todo, este peligro ya se da, al margen de la inteligencia artificial, cuando no se cree que la Palabra, al ser proclamada, deja de ser un escrito y se convierte en un acontecimiento.
Por otro lado, no debe olvidarse el carácter destructivo de este experimento, sea o no intencional, pues supone lo contrario al poder creador de la palabra, que, paradójicamente, no radica en ésta, sino en el viento que la insufla de vida para que no sea una amalgama de letras o, como se pretende ahora, de algoritmos. Hay santos, padres del desierto, incluso escritores como Tolkien o Lewis que han sido guiados, sorprendidos, asistidos por una misteriosa brisa en las horas aciagas, gracias a la cual han podido pronunciar y escribir palabras que siguen moviendo el corazón generaciones, incluso siglos, después; que todavía nos penetran e iluminan nuestras conciencias.
Sin esa brisa, da igual que en el altar esté una persona o un software.