La investigación exhaustiva en muchos campos de la biomedicina y el rápido desarrollo tecnológico facilita, sin duda, el acceso al certero diagnóstico de muchas enfermedades, y abre un amplio abanico de herramientas terapéuticas hasta ahora insospechadas. A priori, debemos aplaudir tales progresos. Ahora bien, la investigación médica, y también la educación de los profesionales de la salud, centra sus esfuerzos cada vez más en aspectos muy determinados y parciales de los mecanismos etiológicos, del desarrollo o detección de dianas terapéuticas u otros múltiples elementos de una enfermedad particular, pero acaba por descontextualizar la propia enfermedad al no considerar que esa patología afecta a una persona concreta, con circunstancias psicobiológicas y medioambientales específicas. En definitiva, la investigación biomédica camina por senderos que conducen hacia la deshumanización.

Es muy preocupante, por ejemplo, la frivolidad con la que muchos investigadores aportan a los comités de ética documentos que recogen la adhesión del grupo investigador a las recomendaciones de consenso establecidas (Declaración de Helsinki, guías de buena práctica clínica, códigos deontológicos, etc.) para cuidar la ética de un determinado estudio científico.

En no pocos de esos escritos se incluyen frases acuñadas o párrafos preestablecidos que citan esas guías con la intención de cumplir un puro formalismo del protocolo que debe ser valorado por el comité, pero que son ajenas al quehacer del investigador. Esas declaraciones no han sido motivo de una seria y atenta reflexión, como es el caso del grado de humanización o deshumanización que conlleve una investigación.

Un trabajo científico éticamente sólida debe tener como trasfondo el bien de la persona, el respeto a la dignidad de los sujetos participantes, así como la mejora de su calidad de vida y de su entorno. Algunas de las siguientes preguntas podrían ayudar a replantear los aspectos de humanización de una investigación: ¿cómo se garantizará el respeto a los valores, la cultura y las prácticas sociales de la comunidad durante la investigación? ¿La investigación es plausible dado el contexto social, cultural, político y económico del momento y de esa comunidad?¿Cómo se definen los beneficios para la comunidad durante y después de la investigación? ¿Cómo se define el valor social de la investigación? ¿La selección de los participantes maximiza el valor social de la investigación? ¿La selección de los participantes incrementa la posibilidad de recibir beneficios para los seleccionados? ¿Cómo se garantiza el bienestar de los participantes?

En resumen, la humanización de la investigación exige una labor de reflexión que contextualice las declaraciones universales sobre ética en esta área de modo que permita a científicos, sujetos de estudio y patrocinadores, comprender la ciencia y la investigación como medios para beneficiar directamente al hombre y por consecuencia a la humanidad.

Carlos Barrios es decano de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud