No es la Tierra la que sostiene al Cielo, es el Cielo quien sostiene la Tierra

José Luis Sanchez, vicario diocesano de Cultura y Relaciones Institucionales

No es la Tierra la que sostiene al Cielo, es el Cielo quien sostiene la Tierra

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No es la Tierra la que sostiene al Cielo, es el Cielo quien sostiene la Tierra

CONCEPTO DE SOSTENIBLIDAD

La sostenibilidad es la capacidad de permanecer, se refiere a la cualidad por la que un elemento, sistema o proceso, se mantiene activo en el transcurso del tiempo. La sostenibilidad se refiere, por definición, a la satisfacción de las necesidades actuales sin comprometer la posibilidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas, garantizando un equilibrio no siempre fácil entre crecimiento económico, cuidado del medio ambiente y bienestar social.

En la actualidad, el concepto de sostenibilidad está unido al concepto de desarrollo sostenible, como aquel modo de progreso que mantiene ese difícil equilibrio hoy, sin poner en peligro los recursos del mañana.

“Desarrollo sostenible es un término acuñado, en 1713, por Hanns Carl von Carlowitz, jefe de la guardia forestal del electorado de Sajonia, Alemania. Difundió el conocido Ejemplo del bosque para explicar el concepto sostenibilidad: "Si talamos un poco de madera de un bosque el solo se regenera y sigue produciendo más madera todos los años, pero si cortamos todos los árboles, el bosque desaparece y nunca más volverá a producir madera".

 

PROPUESTA TEÍSTA

No es la tierra quien sostiene al cielo, es el cielo quien sostiene la tierra porque si no hay esperanza en una vida perdurable, el hombre no espera más allá de su materialidad. Por ello, es necesario situar el teísmo como posibilidad sostenible para creyentes y no creyentes. Para el creyente para dar razón de su Esperanza, para el no creyente para poder escuchar una tesis con sentido y, aun no teniendo fe, ver si le conduce a las puertas de la misma; quien se pone debajo del sol, aunque no quiera, experimenta un bronceado. En todo caso, el no creyente podría ver si ese principio le fundamenta su ser, su sentido de la vida, como le pasó a Antony Flew que pasó de ser un filósofo analítico y evidencialista a teísta, más allá de tener o no fe.

Por ello, es necesario señalar, como indica Julián Marías, que la persona humana es la innovación radical de la realidad que no puede reducirse a realidades dadas como la genética o el medio ambiente, sino que hay algo único e irrepetible. La persona humana no se puede reducir a realidades dadas porque le faltaría algo fundamental. Añade Marías que el hombre es una creación nueva y de la nada, ex novo y ex nihilo, esto es importante porque nos permite descubrir que estas realidades que no son dadas y que son propias del ser humano, son las que le permiten tener su propia identidad, diferenciarse del hombre biológico y ser el hombre biográfico (por ejemplo, diferente en dos hermanos gemelos de manera radical).

Esto lo podemos unir a las propuestas de científicos bioquímicos que subrayan que el ser humano desde su concepción adquiere una personalidad que le distingue de cualquier otro ser humano, un carácter personal al que llaman ‘plus de realidad’ porque no saben de dónde proviene. Aquí podría darse perfectamente un diálogo con el alma humana y podríamos entender, entonces, por qué las realidades que están dentro de nosotros y que no vienen de los sentidos y nunca han pasado por ellos, se encuentran en nuestro interior. Han venido por otro conducto hacia nosotros.

HUMANIZACIÓN DE LA SOSTENIBILIDAD

La sostenibilidad precisa de una opción humana, asumida de forma consciente y responsable guiada por su propia racionalidad. Es preciso establecer un nuevo modelo que no se limite al desarrollo económico, referenciado a factores cuantitativos. Debemos propiciar e implementar un modelo de desarrollo de capacidades que incorpore parámetros de servicios asistenciales básicos como la salud o la educación, entre otros, que, de acuerdo con este nuevo modelo deben incorporarse y universalizarse. La humanidad debe cooperar en la consecución de estos fines, cualesquiera que sean nuestras creencias o planteamientos personales. Aunque hay que recordar las palabras de Unamuno “si yo tengo sed, en algún lugar tiene que haber agua”.

Tal y como se recogió en las conclusiones del II Congreso Internacional Hambre, Pobreza y Sostenibilidad (octubre 2017, Universidad Católica de Valencia, Valencia):

“Estamos llamados a una ética de la sostenibilidad que sitúa a los más necesitados y vulnerables en el centro de esta consideración, no solo en nuestra mente, sino en nuestro corazón, creando en nosotros nuevos estilos de vida más austeros, creativos y esperanzados.”

Las consecuencias del teísmo siempre son positivas para el hombre y, especialmente, para los más necesitados.

CONCLUSIÓN

El diálogo entre intelectuales creyentes y no creyentes en el tema de la sostenibilidad es un tesoro que producirá una auténtica esperanza más allá de tener o no tener fe. Si, además, la persona que busca a fe la recibiera, descubriríamos cómo la Esperanza produce la auténtica sostenibilidad.

 

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