Arranca el ciclo Cuatro filósofas y el cristianismo

Instituto de Investigación Edith Stein

Arranca el ciclo Cuatro filósofas y el cristianismo

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Arranca el ciclo Cuatro filósofas y el cristianismo

“Mujeres filósofas no ha habido hasta el siglo XX. Las primeras nacieron antes de la I Guerra Mundial o poco después. Personas excepcionales que, una por aquí, otra por allá, irrumpieron en el mundo intelectual en cuanto les dieron oportunidad”. Así lo afirma el profesor José Vicente Bonet, que dirige el ciclo Cuatro filósofas y el cristianismo, centrado en Edith Stein (1891-1942), María Zambrano (1904-1991), Elisabeth Anscombe (1919-2001) y Adela Cortina, “una generación de cuyo magisterio nos hemos venido beneficiando en las aulas hasta fechas bien recientes”, reconoce.

El ciclo lo organiza (durante cuatro miércoles seguidos, a las 19 horas, en la Sede San Juan y San Vicente) el Instituto de Investigación Edith Stein de la Universidad Católica de Valencia (UCV) y cuenta con la colaboración de la Sociedad de Filósofos Cristianos (SOFIC).

La primera conferencia ha corrido a cargo de Juana Sánchez-Gey, de la Universidad Autónoma de Madrid, especialista en la recuperación de filósofas españolas y autora del libro El pensamiento teológico de María Zambrano. Su ponencia ha versado sobre esta autora, que “dejó tras de sí una obra larga y a menudo difícil donde convergen filosofía y poesía tan bien como pueden hacerlo en Miguel de Unamuno”, apunta Bonet. “No se trata en absoluto de esteticismo, sino de recobrar la matriz antropológica con que nació la filosofía de orientar y salvar el sentido de la vida humana en tiempos históricos difíciles”.

Notoria republicana de izquierdas, Zambrano partió para el exilio al terminar la Guerra Civil española. “Discípula de Ortega y Gasset, pertenece a la que acaso fue la última generación que supo decir la palabra España con afecto, conocimiento y dignidad, pero se distanció del maestro precisamente por su búsqueda de la palabra poética y, al mismo tiempo, de la trascendencia”, añade el profesor de la UCV sobre la malagueña.

Adela Cortina y los dilemas morales actuales

El trasfondo cristiano de la ética de Adela Cortina, profesora emérita de la Universidad de Valencia, será analizado el próximo 18 de enero por el catedrático de Filosofía moral en la Universidad de Salamanca, Enrique Bonete, prolífico autor sobre ética y filosofía, amigo de Cortina y conocedor de primera mano de su obra. La filósofa valenciana acumula una colección de premios, distinciones y doctorados honoris causa, en 2008 se convirtió en la primera mujer miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y pertenece igualmente del Comité Nacional de Reproducción asistida, con acceso frecuente y notorio a los medios de comunicación más significativos del país.

“Su estancia en la Universidad de Múnich le permitió trabar contacto directo con la pragmática comunicativa de Apel y Habermas, cuyas claves desarrollaría luego de modo autónomo en una multitud de libros y conferencias sobre ética civil (la conocida distinción entre ética de mínimos y de máximos es suya), éticas aplicadas (en relación con el consumo y los negocios), la relación entre ética y democracia, la necesidad de construir –especialmente en España- un espacio público civil de debate civilizado y racional de nuestros más agudos dilemas éticos y la idea de ciudadanía universal, en relación con la cual creó un término, aporofobia, que la RAE incorporaría más tarde”, explica Bonet. Así, siguiendo a esta autora, “no es exacto decir que tenemos xenofobia, prevención u odio contra el extranjero; cuando este es rico o pertenece patentemente al mundo, más bien le abrimos la puerta y deseamos su compañía. Bien distinta es nuestra relación y nuestra representación de los pobres y marginados”, añade.

Jaime Nubiola y Lady Dragón

El tercer invitado, el próximo 25 de enero, es el profesor emérito de la Universidad de Navarra Jaime Nubiola, especialista en filosofía del lenguaje y en el pragmatismo filosófico, “que tuvo el acierto de nombrar a Anscombe doctora honoris causa y de recibir directamente su magisterio”, reconoce Bonet.

“Con Elisabeth Anscombe topará sin duda cualquiera que desee conocer la historia de la filosofía británica del siglo XX, en parte por su amistad con su maestro L. Wittgenstein, cuyo legado filosófico administró parcialmente a su muerte. Se convirtió al catolicismo en la Universidad casándose con el también filósofo católico Peter Geach, con quien tuvo siete hijos. Le llamaron Lady Dragón porque no era fácil silenciarla. De hecho, se manifestó públicamente -siendo detenida más de una vez- en contra del aborto, la eutanasia y el presidente Truman, corresponsable de la bomba atómica”, explica el profesor de la UCV.

La pregunta por el espíritu en Edith Stein

Finalmente, el carmelita Francesco Alfieri, de la Universidad Vita Salute de Milán, recorrerá el pensamiento filosófico de Edith Stein, concretamente, su análisis de la interioridad, que explicó, entre otros textos, en La ciencia de la cruz, un libro cuya redacción fue interrumpida por los nazis que trasladaron a Edith y su hermana al campo de concentración de Auschwitz, donde morirían mártires pocos días después.  

“Stein era judía. En la Universidad de Gotinga quedó impresionada por la fenomenología que Husserl y otros profesores brillantes, como Scheler y Lipps, habían comenzado con el comienzo del siglo para oponerse al imperialismo psicologista, es decir, la pretensión de convertir en algo psicológico cualquier preocupación intelectual, que en aquellos años amenazaba hasta la lógica y las matemáticas”, expresa Bonet.

Según explica el director del ciclo, tanto Husserl como Heidegger, a quienes conoció de cerca, se aprovecharon de sus servicios académicos, pero distintas universidades le negaron el ingreso como profesor estable dos veces. La primera, por ser mujer. La segunda, por ser judía. Por entonces, Edith ya había pasado del ateísmo al cristianismo, en una conversión alimentada por múltiples conversaciones y la lectura de Teresa de Ávila, que le conmocionó. Mientras tanto, estuvo dando clase en institutos, leyendo, escribiendo y traduciendo al alemán a Santo Tomás de Aquino, consumando en 1933 su deseo de ser carmelita. "Resulta así misterioso el hecho de que encontrara tiempo para escribir una obra filosófica que, junto a temas de filosofía política bien candentes o cuestiones sociales como la educación de las mujeres y de la sexualidad, aborda de forma reiterada los temas metafísicos más difíciles. Entre ellos, la pregunta por la interioridad humana, el espíritu, el corazón y la presencia de Dios en el centro más profundo del alma", concluye Bonet.

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