"Ya somos humanos aumentados" (José Carmena, ABC)
Noticia publicada el
lunes, 7 de abril de 2025
Imagine un mundo en el que alguien solo con la mente pueda controlar un brazo robótico o que un enfermo de párkinson consiga dominar sus temblores gracias a un implante cerebral. Deje de imaginar: todo eso es una realidad gracias al trabajo de investigadores como José Carmena, toda una eminencia en el campo de la neurotecnología. No en vano él, junto a Rafael Yuste, ideólogo del famoso proyecto Brain, y Álvaro Pascual-Leone, catedrático de neurología en la Escuela Médica de Harvard, son los artíces del Spain Neurotech, con el que se pretende que España se convierta en referencia mundial del desarrollo de herramientas tecnológicas cerebrales.
Después de dos décadas en la Universidad de Berkeley-California, ha vuelto a su ciudad natal como investigador en la Universidad Católica de Valencia (UCV) y donde ha participado en el evento InnPulso Salud, una iniciativa organizada por EIT Health Spain, la rama española de la comunidad europea de innovación y conocimiento, donde expone las novedades de un sector que se postula como clave en los futuros tratamientos médicos.
—Usted estudió Ingeniería, se doctoró en Inteligencia Articial y Robótic, es catedrático de Ingeniería Eléctrica y Neurociencia y ha creado sus propias empresas de neurotecnología. ¿Cómo resume a qué se dedica?
—Soy un ingeniero interesado por el cerebro. En los 90 me fui a Edimburgo motivado por aprender más sobre inteligencia articial. En aquel momento no era como ahora, poca gente hablaba de ello. Me dieron una beca y me quedé, y ahí empezó a interesarme mucho el cerebro. Después me trasladé a EE.UU., donde comencé a investigar con modelos animales, haciendo registros de las neuronas del cerebro, lo que nalmente derivó en la interfaz cerebro-máquina. En aquel momento trabajábamos con primates, pero ahora ya se aplica a humanos y podemos controlar dispositivos con el pensamiento.
—¿Movemos objetos con la mente?
—Lo que hacen las neurotecnologías es, básicamente, registrar la actividad neuronal en el cerebro y, con inteligencia artificial, que ha sido un elemento disruptivo en los últimos años, traducir esas señales en comandos de acción. Y estas tecnologías no solo te permiten registrar o leer actividad cerebral, sino también ‘escribir’ en el cerebro.
—¿Como ‘activar’ recuerdos?
—Se está trabajando en neuroprótesis de memoria que se utilizarán para casos en los que hay un área de la memoria infartada a consecuencia de un ictus, por ejemplo. Se sustituye la neurona dañada por un chip que emula lo que hacía el cerebro naturalmente. Pero hay otros proyectos al respecto, como crear un modelo digital de tu pensamiento alimentado por inteligencia articial que aprende de ti y te puede recordar muchísimas cosas.
—Con dispositivos menos invasivos.
—Sí. Cierto es que, de momento, las neurotecnologías invasivas funcionan mejor porque, a mayor resolución del cerebro, más información. Pero claro, también más riesgo. Y viceversa: en estos casos no registras neurona a neurona, sino la actividad de poblaciones neuronales. Se podría comparar a cuando vas por la calle y, en un edificio con la ventana abierta, oyes a un grupo de personas. Desde fuera solo puedes captar si se ríen muchos de repente, por ejemplo, lo que te indica que se lo están pasando bien. O si se ponen a aplaudir, lo que te puede sugerir que estaban dando una charla o viendo un espectáculo. Puedes inferir qué ocurre, pero no con
la certeza que tendrías si estuvieras una grabadora dentro de la habitación, escuchando directamente qué pasa allí.
—¿Qué opina de Neuralink, el implante neuronal de la empresa creada por Elon Musk que promete incluso devolver la vista a los ciegos?
—Neuralink está beneciándose de dos décadas de investigación previa. Es cierto que hasta su creación todo se había desarrollado en el ámbito académico. Y ahora llega Musk con recursos ilimitados. Conozco el caso de cerca porque algunos de los fundadores fueron colegas y estudiantes míos en Berkeley. Ya se han ido la gran mayoría, pero son gente excelente que ha desarrollado un implante que va a ser un producto médico de primer nivel, a la altura de los estimuladores de párkinson de Medtronic o Boston Scientic, pero con una tecnología mucho más avanzada.
—¿Y qué piensa de Musk?
—Es alguien que ha creado diferentes disrupciones en distintos ecosistemas, desde el sector espacial al de la automoción. Yo creo que, por ejemplo, es bueno que haya acabado con el monopolio de la NASA y de Lockheed Martin: ahora está SpaceX como otra empresa puntera espacial. Igual hay gente que no lo ve así, pero apuntar tan alto, como Musk y sus ganas por llegar a Marte, al final crean una compañía que revoluciona toda la industria aeroespacial. Con Neuralink ha pasado algo parecido: lo creó como defensa ante la posibilidad de que la IA domine la humanidad, según contó. No sé si en algún momento ocurrirá eso, igual que no sé si llegaremos a Marte; pero sé que mucha gente se va a beneficiar del desarrollo de ese plan.
—Esta tecnología, como el resto, tiene algunas implicaciones éticas. ¿Dónde están sus límites?
—Igual que las hay en las redes sociales, con los sesgos de los algoritmos… No hay que meterse en el cerebro de nadie para ver cómo nos manipulan desde el ‘feed’ de Instagram. Pero sí, claro que hay implicaciones éticas. De hecho, Rafael Yuste es pionero y está trabajando mucho en el tema, sobre todo en la parte que se va a desarrollar desde España por el Spain Neurotech. Hace una década no se hablaba de esto, ni en conferencias ni en revistas. Ahora es un tema obligado en cualquier congreso.
—¿Cómo imagina el futuro en su campo? ¿Acabaremos siendo ‘ciborgs’ como muchos auguran?
—A la gente le encanta imaginarse con un ojo que le permita ver en infrarrojo, como en las películas… Pero no hay que irse ni a la ciencia ficción ni al futuro: si una persona de hace 20 o 30 años viajara en el tiempo directa a nuestra época, vería que todo el mundo tiene mapas en la mano o la información en tiempo real mientras va andando por la calle. Diría que ya somos humanos aumentados. Y ahora vemos dispositivos como auriculares inalámbricos o gafas con cámara y micrófono que te permiten interaccionar en el metaverso, algo que ni pensábamos hace una década. Cada vez vamos a empezar a ver más dispositivos, principalmente como auriculares, gafas y muñequeras. El futuro creo que pivotará más sobre la idea de que alguien esté cómodo y no parezca un tío raro, como un cíborg. Y, aparte de las aplicaciones médicas, que sin duda serán muy importantes, las aplicaciones comerciales también serán cada vez más numerosas con el objetivo de hacer más fácil nuestro día a día.