Qué es la mediación (Mar Aranda, Paraula)
Noticia publicada el
miércoles, 21 de diciembre de 2022
Como dijo el prestigioso filósofo Aristóteles, “el hombre es un ser social, por naturaleza”. Este rasgo distintivo de la sociabilidad es inherente a nuestra condición humana y la vamos a ir desarrollando con el devenir de los años.
El no poder vivir sin los otros, o la necesidad de con-vivir con los demás, hace que mantengamos constantemente relaciones con las demás personas que, no por ello, están exentas de conflictos o controversias.
Y es que, cuanto más interaccionamos con los demás, más posibilidades existen de que aparezcan diferencias y fricciones. Si a esto sumamos la profunda transformación social y la globalización a la que estamos asistiendo en este milenio, observamos con estupor cómo los conflictos se están incrementando exponencialmente en todos nuestros entornos (familiares, vecinales, laborales, escolares, institucionales...) y a todos los niveles.
El conflicto, a priori, ni es positivo ni es negativo, sino que dependerá de cómo lo afrontemos y la postura que adoptemos ante él, para que se convierta en un auténtico problema.
Los especialistas en Psicología y en su variedad centrada en la educación -la Psicopedagogía-, nos advierten de que, en cada controversia en la que nos vemos inmersos, tenemos una oportunidad para transformarla, si mostramos una actitud positiva y abierta a diferentes soluciones, reconocemos las necesidades de la otra parte y empatizamos con ella.
Si nos vemos con capacidad y, sobre todo, con voluntad de alcanzar un acuerdo beneficioso para todos, estamos apostando por lo que se conoce en Derecho como autocomposición, en el que son las partes enfrentadas las que son capaces de poner fin a la disputa estableciendo la solución más acorde a las necesidades de ambas, sin necesidad de que decida un tercero.
Como no siempre el clima en el que se desenvuelve el conflicto es sencillo de gestionar por las partes, existen instrumentos o herramientas denominadas “de justicia restaurativa” como la mediación en la que intervine un tercero imparcial, llamado mediador, cuya misión fundamental será la de acercar a las partes para que sean capaces de retomar el diálogo y acompañarlas durante todo el procedimiento para que consigan un acuerdo del que las dos partes resulten beneficiadas.
De esta forma, se evita acudir a la vía judicial, en el que será el juez quien tras escuchar las pretensiones de las partes a través de sus abogados, dictará sentencia que deberá ser aceptada por las partes, sin perjuicio de la posibilidad de recurrir a instancias superiores.
En mi opinión, conseguir el acuerdo no es el único objetivo de la mediación, porque también se pretende el restablecimiento de las relaciones entre las partes en conflicto, incrementar el respeto y la confianza entre ambas y crear un marco que facilite la comunicación entre los implicados.
Esto resulta esencial en aquellos conflictos que se dan en relaciones que, necesariamente, van a ser constantes a lo largo de los años, como la de los divorcios contenciosos en los que hay hijos menores o en las relaciones familiares deterioradas o rotas por las múltiples complicaciones que se dan en el seno familiar.
Apostar por la mediación significa optar por la búsqueda de una paz social de la que, cada vez más, la sociedad está necesitada.