Ferran España: “Bendigo el cáncer que pasé porque, gracias a este, han acontecido milagros en mi vida”

Presentación de ¡Amado hasta el extremo!

Ferran España: “Bendigo el cáncer que pasé porque, gracias a este, han acontecido milagros en mi vida”

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Ferran España: “Bendigo el cáncer que pasé porque, gracias a este, han acontecido milagros en mi vida”

«Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo». Esta es la frase con la que San Juan evangelista da inicio al relato del Jueves Santo y de lo que acontecerá después, hasta la cruz del Gólgota. Quienes vean en este episodio un extraño y llamativo ejemplo del Salvador inventado por los débiles para someter a los fuertes del que hablara Nietzsche, o el relato curioso de un bueno, tendrán dificultades para entender lo que Ferran España (Valencia, 1982), diseñador gráfico del Departamento de Imagen Institucional de la Universidad Católica de Valencia, narra en su libro ¡Amado hasta el extremo!, que se presenta en la UCV el próximo lunes 30 de enero.   

La historia que cuenta Ferran es la de un camino abruptamente interrumpido por un precipicio al que nadie quiere llegar: la cama de un hospital, con la palabra “cáncer” clavada en el gotero. Pero, como en toda buena narración -y lo importante de esta es que se ajusta a lo que muchos buscan al entrar en Netflix: ‘basada en hechos reales’- el autor nos sorprende con algo imprevisible. En ese lugar oscuro que es la incertidumbre del paciente oncológico, Ferran se encontró con lo inesperado: una luz que todo lo cambió sin cambiar nada. Las circunstancias eran las mismas, pero lo que sucedía a su alrededor ya no. Las 142 páginas de ¡Amado hasta el extremo! comienzan el domingo 19 de octubre de 2019

¿Qué sucedió ese día, Ferran?

Era otro domingo por la tarde más. Estaba en una convivencia con mi mujer y otros hermanos de la parroquia, como hacemos cada mes. De repente, empecé a sentir un dolor muy fuerte en el vientre, un dolor tremendo. Decidimos ir a urgencias al Hospital de La Ribera, donde me ingresaron esa misma noche. Los médicos me notificaron tras las pruebas que habían detectado una masa de 6x7 centímetros en el retroperitoneo, en la zona del abdomen, pegada a la arteria aorta.

¿Qué ocurrió en los días siguientes?

El día 23 me operaron y, extraída y analizada la masa, me comunicaron que se trataba de un linfoma no Hodgkin de células B. Es decir, tenía cáncer. El tratamiento adecuado, me explicaron, era una quimioterapia muy agresiva pero que solía funcionar bien. Salí del hospital el 1 de noviembre, Festividad de Todos los Santos, y el 5 de noviembre me hicieron una prueba, tras la que me dieron una muy buena noticia: no había metástasis en el resto del cuerpo. Dos semanas después comencé los ciclos de quimio.

Ese 5 de noviembre tiene un significado especial para ti, ¿verdad?

Así es. Durante los once días de hospitalización, previos y posteriores a la cirugía, rezaba cada tarde con Clara, mi mujer, una novena a santa Ángela de la Cruz. Los dos llevábamos una estampita suya en la funda del móvil que nos dieron años atrás en una peregrinación, de modo que nos encomendamos ella. Y resultó que el día de su festividad, el 5 de noviembre, fue cuando me hicieron la prueba que determinó que no había metástasis.

Pero la historia no acaba en ese mes de noviembre, según tengo entendido.

No, efectivamente. El 9 de marzo de 2020, cuatro días antes del confinamiento en España, comencé el último ciclo de quimio, que suele durar alrededor de un mes. Justo después de terminarlo y estando con las defensas muy bajas, realmente débil, di positivo por SARS-CoV-2 e ingresé de nuevo en el hospital. Era el 10 de abril de 2020, Viernes Santo. En ese inicio de la pandemia, el virus era muy peligroso y había matado a bastantes pacientes oncológicos.

¿Qué sucedió en esa segunda estancia hospitalaria?

Estuve seis días totalmente aislado en una habitación. Pasé dos noches con casi 40 grados de fiebre y mucho frío. Tenía neutropenia –nivel bajo de un tipo de glóbulos blancos que ayudan al cuerpo a combatir las infecciones- y estaba temblando y tosiendo continuamente, la garganta me quemaba. Además, como tenía las encías muy inflamadas, era incapaz de comer.

Menudo panorama.

Pensaba que estaba a las puertas de la muerte, de verdad. Tenía clarísimo que me iba a morir.

Pero aquí estás.

Sí, fue un sufrimiento terrible, pero finalmente me fui recuperando poco a poco.

¿Y en cuanto al cáncer?

Después de superar la covid-19 me fueron haciendo revisiones. Ese tipo de tumores a veces remiten y después vuelven a aparecer. En mi caso, gracias a Dios, hasta hoy no ha sucedido.

Sinceramente, con lo que has contado, no sé si habrá mucha gente dispuesta a comprar un libro sobre ello; aunque el 5 de noviembre coincidiese con santa Ángela de la Cruz.

(Sonríe) Lo que te he relatado son los hechos sin más, prácticamente. Pero esos seis meses de mi vida no se reducen a fechas y datos médicos. Durante todo este tiempo de enfermedad sentí fuertemente en mi corazón, a pesar de tener miedo y dudas, un deseo muy grande de anunciar a toda la sociedad lo que estaba experimentando: Dios me había amado hasta el extremo. Esa vivencia es la que me empujó a escribir.

Con todo lo que supone un proceso cancerígeno en términos de sufrimiento físico y mental, y la puntilla de la covid-19, muchos se preguntarán cómo puedes decir que hay un Dios que te amó, además, hasta el extremo.

Esa pregunta me recuerda a una que se repitió mucho durante el siglo pasado: «¿Dónde estaba Dios durante el Holocausto?». Por mi parte, solo puedo decir que Dios estuvo en mi enfermedad, conmigo, porque Él está en la cruz. Nuestro Señor Jesucristo pasó primero por ella y la abrazó para amarnos y perdonar nuestros pecados. Y digo que estuvo en medio de mi sufrimiento porque de un mal ha sacado un bien.

Yo puedo bendecir esta enfermedad, porque gracias a ella han acontecido milagros en mi vida. Gracias a ese linfoma todo ha ido a mejor en la relación con mi esposa, mis hijos, mi familia, mis amigos… De hecho, durante mi estancia en la UCI tras la operación ocurrió un milagro. Pero no te voy a hacer spóiler (ríe), tendrás que leer el libro para enterarte.

De acuerdo. Entonces, en medio toda esa situación, viste que había algo que te sostenía de algún modo, ¿no? 

Sí, a mí me sostuvo fundamentalmente la oración, como te decía antes. Fue un pilar. Además, esta me ha permitido ver la comunión de los santos, ver a una Iglesia viva, con gente de Valencia, de otros lugares de España, e incluso de otros países, rezando por mí. Dios se sirve de la enfermedad para hacer milagros y te da la fuerza necesaria para sobrellevarla.

Hay un ejemplo que creo que sirve un poco de metáfora: las perlas, eso tan precioso y valioso aparecen como consecuencia de una herida en la ostra. Mi experiencia con ese tiempo de enfermedad es la misma. De la herida de la cruz, el Señor hace brotar algo bello. Eso es lo que yo he experimentado.

¿Cuándo te decidiste a poner sobre el papel esa experiencia?

Decidí ponerme con ello al recuperarme de la covid-19, pero no pude. Lo intenté varias veces, y en cada ocasión que lo hacía tenía que dejar el boli en la mesa, por decirlo de algún modo. Era incapaz de hacerlo por el miedo. Al recordar y recopilar los hechos que quería narrar, el cuerpo me respondía. Solo con pronunciar la palabra ‘cáncer’, mi cuerpo temblaba. Estuve así dos años, y en mi corazón seguía ese fuerte deseo de decirle al mundo de hoy, que está en llamas, que hay un Dios que nos ama hasta el extremo.

¿Cuándo te viste capaz de pronunciar esa palabra y sentarte a escribir?

Recuerdo que en un congreso el cardenal Cañizares nos animaba a los cristianos a ser testigos y me sentí muy interpelado; veía en muchas ocasiones que la Iglesia me estaba diciendo: “Ferran, tienes que ser testigo de lo que has vivido, no te lo puedes guardar para ti”.

Así que el año pasado, en 2022, con mi cuerpo más recuperado, me vi capaz de hacer frente a la redacción del libro. Ayudó mucho a que esto sucediera la lectura continua de encíclicas, homilías y escritos de los últimos papas: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Sus textos en relación al sufrimiento, a la enfermedad y al amor me fueron acompañando y ayudando a darle forma al libro.

El acompañamiento de los pastores…

Absolutamente. El libro tiene un capítulo titulado Sacerdotes, luz en la oscuridad, en el que hablo de lo fundamentales que han sido los presbíteros desde mi conversión y, sobre todo, durante y después de la enfermedad.

Hablando de pastores, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha prologado el libro, ¿verdad?

Sí, así es. Él ha sido un poco el padrino de esta obra. Además de estar unido a mi familia por una amistad, él fue una de las personas que estuvo a mi lado durante todo el proceso de la enfermedad.

Hemos comentado lo que tú experimentaste a raíz de la enfermedad, pero esta siempre afecta a su vez a quienes están alrededor de la persona que la sufre. ¿Cómo vivió esa situación tu mujer, por ejemplo?

Eso ha sido lo más impresionante de todo. Puedo decir que gracias a la capacidad y la fuerza que le ha dado Dios a mi mujer he experimentado el verdadero sentido del matrimonio cristiano. He visto hecho carne el amor de una esposa a su esposo según la fórmula del rito del matrimonio: en la salud, en la enfermedad, todos los días de nuestras vidas hasta que la muerte nos separe.

He visto a mi mujer a los pies de mi cama como la Virgen María estaba a los pies de la cruz de su hijo. Desde el primer momento hasta el día de hoy mi mujer me ha mostrado un amor incondicional, fiel y con espíritu de servicio. Por si fuera poco, el Señor ha utilizado la enfermedad para que nos unamos más como matrimonio. No es que estuviésemos mal antes, pero nos ha reforzado muchísimo (repite tres veces el término). Lo que Dios ha hecho con nosotros es maravilloso.

Qué alegría desprendes al decirlo.

Es que quiero subrayar el valor del matrimonio y la familia cristianos. El Señor se ha servido de esta enfermedad para hacer un gran bien en mi familia. Además, en el libro hablo también de la apertura a la vida, o de la defensa de la vida humana.

Siguiendo con la familia, ¿cómo vivieron tus hijos ese tiempo de enfermedad?

Pues en el momento de la operación tenían 7, 5 y 3 años, así que era muy complicado que pudiesen entender lo que sucedía. Lo que sí hicieron fue estar siempre rezando por mí, por la familia. En el colegio nos dijeron que rezaban por su “papá” en clase. De nuevo, aparece la oración, el poder de la comunión de los santos. Y, por cierto, las ilustraciones que aparecen en el libro están hechas por mis tres hijos.

Tampoco hemos hablado aún de tu experiencia con el personal sanitario en los dos ingresos. Tu situación era muy delicada, sobre todo en el segundo, por covid-19.

Efectivamente. Esta experiencia me ha hecho también apreciar y valorar más al personal sanitario. ¡Qué importante es tratar al enfermo como si fuese tu hermano, tu esposo! ¡Qué bonito sería que el personal médico y enfermero pudiese ver siempre en un enfermo a Cristo y que pudiesen tocarle, abrazarle, besarle, curarle!

Yo he experimentado, estando solo en una habitación, confinado, sin poder moverme, ni siquiera levantarme, lo que es que venga una enfermera, te coja la mano y te haga una caricia, que te dé una palabra de ánimo. Estoy muy agradecido a los sanitarios del Hospital de la Ribera y espero que nuestros alumnos de Medicina y Enfermería puedan tener mañana esa sensibilidad.

Una vez publicado el libro y a unos días de su presentación en la UCV, ¿qué pensamientos y sentimientos han surgido dentro de ti?

Me ha sobrepasado todo, ha sido algo precioso, de Dios, y no hay palabras suficientes para expresar la respuesta de la gente. He recibido llamadas, me han enviado mensajes, personas a las que el libro les ha tocado mucho. Varias personas me han dicho: “Podría decirte hasta en las páginas concretas en las que he llorado”.

Mi madre está contentísima, y mi padre, con lo que he escrito; también gente que ha pasado por un cáncer, o la pérdida de un familiar, otros que han vivido la separación de su matrimonio... Estoy contento porque veo que el Señor se ha servido de mi pobreza, de un pobre pecador como yo, para llegar al corazón de otros. Estoy impactado, la verdad.

 

¡Amado hasta el extremo!’ puede adquirirse en las Librerías Paulinas de toda España; del mismo modo que puede solicitarse en cualquier otra librería que no lo tenga en la tienda física. Asimismo, el libro está disponible para compra a través de las principales tiendas online, como Amazon, Casa del Libro o Fnac.

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