Cardenal Sarah: “Si a las obras de caridad les falta la fe, entonces ya no hablamos de caridad, sino de filantropía”

Nuevo doctor honoris causa

Cardenal Sarah: “Si a las obras de caridad les falta la fe, entonces ya no hablamos de caridad, sino de filantropía”

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Cardenal Sarah: “Si a las obras de caridad les falta la fe, entonces ya no hablamos de caridad, sino de filantropía”

La Universidad Católica de Valencia (UCV) ha investido como doctor honoris causa al cardenal Robert Sarah, en un acto que se ha celebrado en la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia. En su intervención, el purpurado ha asegurado que “si a las obras de caridad les falta la fe, entonces ya no hablamos de caridad, sino de filantropía”.

En su última visita a España, Sarah afirmó que “a algunas personas les gustaría que la Iglesia se centrara exclusivamente en el ejercicio de la misericordia, en el trabajo de reducir o incluso de erradicar la pobreza, en la acogida de migrantes, en la acogida y acompañamiento de los heridos de la vida”. Defendió entonces el derecho y el deber que tiene la Iglesia de educar y de transmitir la fe en el ámbito de la educación. Hoy, en su lectio, ha querido precisar el ejercicio de una genuina caridad cristiana, que no puede ser equiparada a una forma de filantropía. 

Esto es así porque, en opinión del que fuera prefecto de la Congregación para el Culto Divino y los Sacramentos, dos posturas erróneas sobresalen en este sentido: por un lado, están los que pretenden que cualquier forma de filantropía es un acto de caridad cristiana, “una consecuencia indirecta del pesimismo luterano”. La otra posición equivocada -más frecuente todavía- se refiere a desvincular la caridad de la fe, y es en la que ha centrado su exposición. 

UNIDAD INSEPARABLE ENTRE FE Y CARIDAD  

“La Iglesia, siguiendo a San Pablo, ha visto en la fe y la caridad, junto con la esperanza, el fundamento del obrar cristiano”, ha asegurado el cardenal Sarah, refiriéndose, a su vez, al doble orden en la relación entre las tres virtudes teologales: “en el orden de la perfección la caridad precede a la fe y la esperanza, porque las informa y las perfecciona como virtudes. Sin embargo, en el orden de la generación, la fe precede a la esperanza y ésta a la caridad”.

Así, bajo la premisa de esta necesaria unidad entre la fe, la esperanza y la caridad, se ha referido a que la acción, por así decirlo, social, sólo es caritativa si busca directa y explícitamente el fin sobrenatural del hombre: “la acción de dar de comer al que tiene hambre busca, de forma inmediata, saciar una necesidad natural. Lo que no es posible es amar con amor de caridad no queriendo el fin último del prójimo o negándole algún medio necesario para alcanzar dicho fin”. 

Para ejemplificarlo, Sarah se ha referido a la parábola del Juicio Final que leemos en el capítulo veinticinco de Mateo: “los que son llamados a la bienaventuranza declaran no saber cuándo han dado de comer o beber al Hijo del Hombre, cuándo lo han hospedado, vestido o visitado. Podría desprenderse del texto evangélico que las obras de caridad que sirven para merecer la vida eterna no requieren el reconocimiento de Cristo en los pobres. Sin embargo, los comentarios de los Padres y las enseñanzas de los Sumos Pontífices insisten más bien en el hecho de que, para el cristiano, la caridad implica precisamente ese reconocimiento. Así ha enseñado recientemente el papa Francisco diciendo que estas palabras, para los cristianos, «implican reconocer al mismo Cristo en cada hermano abandonado o excluido». Por tanto, para reconocer a Cristo de esta manera es necesaria la fe”. 

En su discurso, el eminente teólogo ha insistido en que el mundo le exige a la Iglesia que practique la caridad, pero que renuncie a que esa caridad sea una expresión de las verdades de fe que el mundo rechaza: “Parece que el mundo le quiere decir al cristiano: puedes creer en Dios, pero cuando hagas caridad, deja la verdad de la fe a un lado y adáptate a los criterios del mundo, a las ideologías del momento, a los intereses de los que gobiernan. Por supuesto, eso impediría una de las mayores obras de caridad que pueden hacerse, que es la predicación del Evangelio”. 

Tanto es así que, “en algunos países, se está pidiendo por parte de algunas fuerzas políticas que sea penado, incluso con cárcel, que haya personas que ofrezcan ayuda material o espiritual a las madres que acuden a establecimientos en los que se realizan abortos. En principio, nadie se opondría a que a una mujer embarazada se le ofrezca ayuda material. Pero si esa ayuda hace explícito el convencimiento de la dignidad inviolable de la vida que alberga en su seno, entonces ese acto de caridad se ve rechazado y perseguido por el mundo. Y no faltan, incluso entre los que se dicen cristianos, quienes exigen que se renuncie a este tipo de acciones”. 

LA IGLESIA NO PUEDE RENUNCIAR A LA AUTÉNTICA CARIDAD 

“Los que piden a la Iglesia que renuncie a la fe en la práctica de la caridad en aquellos aspectos que suponen fricciones con los criterios del mundo lo hacen, muchas veces, en el nombre de la misma caridad y, en concreto, de uno de sus efectos, que es la paz. De la misma manera, se recurre a esa misma paz para justificar la inacción de los pastores hacia aquellos que ponen en peligro la misma unidad de la Iglesia al adulterar su enseñanza mientras enarbolan la bandera del amor”, ha advertido Sarah. 

En este sentido, ha aludido aludiendo a la encíclica Caritas in Veritate donde leemos que «la caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad». “Si la paz es un efecto de la caridad, ¿puede darse una auténtica paz allá donde se niega la Verdad?”, ha concluido el purpurado.

CARDENAL CAÑIZARES: “ES UN MAESTRO ESPIRITUAL”

El gran canciller de la UCV, Antonio Cañizares, se ha mostrado muy agradecido de que la UCV haya ofrecido su más alta distinción al Cardenal Sarah, sobre el que ha afirmado que, si tuviera que elegir una palabra que lo definiera, sería silencio: “en palabras de Benedicto XVI, buen conocedor suyo, es un maestro espiritual que habla apoyándose en una honda intimidad con el Señor en el silencio. El mismo cardenal, en Dios o nada, nos propone el silencio como camino para el encuentro personal e íntimo con la presencia de Dios en nosotros”.

Así, el cardenal Cañizares ha querido resumir la biografía de su eminencia como la de “un hombre que ha vivido su vida en y bajo el misterio de Dios. Debemos estar agradecidos al papa Francisco por haberle situado a la cabeza de la Congregación responsable de la liturgia de la Iglesia”, ha expresado.

Igualmente, al repasar la vida de Sarah, el arzobispo de Valencia ha destacado su “extraordinaria lucidez al elaborar un diagnóstica real del mundo moderno y de la Iglesia que, lejos de ser pesimista, lleva a un nuevo ardor apostólico”. Además, “no se entretiene en ofrecer soluciones humanas, sino cuanto Dios nos ha querido revelar en su hijo Jesucristo”.

JOSÉ MANUEL PAGÁN: “EN EL CARDENAL SARAH SE HACE VISIBLE QUE LA VERDAD TE HACE LIBRE”

Por su parte, el rector de la UCV, José Manuel Pagán, ha destacado del homenajeado “su servicio a la verdad; en él se hace visible que la verdad te hace libre”. Así, en este acto académico ha querido destacar la defensa sin ambages de Sarah: “aquí se encierra la esencia de este doctorado honoris causa: defender, proponer y testimoniar la verdad”.

En relación a esta verdad, Pagán ha apostillado que “no es un producto de la política, de la mayoría, como muchas veces se presenta hoy. Este planteamiento, el del imperio de la mayoría, tan presente en la actualidad, olvida muchas veces nuestra reciente historia, esa que evidencia que la mayoría puede ser manipulada y engañada, y que demuestra que en nombre y con el respaldo de la mayoría se pueden cometer las mayores atrocidades”.

En este sentido, ha asegurado que “debemos reclamar y defender una verdad que es anterior a la política y por eso la ilumina. Una verdad entendida como bien público, como bien universal. Hoy, cuando la eutanasia avanza en España y Europa reconoce el derecho a matar, celebramos este acto que quiere ser una llamada a redescubrir la verdad, a través del diálogo entre razón y fe”.

“No nos repleguemos frente a la realidad que nos circunda, no nos encerremos, salgamos como nos invita a hacer el papa Francisco al encuentro del otro. Rememos mar adentro, sin miedo, con determinación y esperanza, duc in altum como nos enseña nuestro doctor honoris causa Cardenal Robert Sarah”, ha concluido el rector.

GRATITUD Y DIGNIDAD ANTE LA DIVINA PRESENCIA

El acto académico ha contado con la participación del nuncio apostólico en España, Bernardito Auza; la directora general de Universidades, Pilar Ezpeleta; el abogado Adolfo Suárez Illana; el obispo de Albacete, Ángel Fernández Collado, y el obispo de Segorbe Castellón, Casimiro García, entre otras personalidades. 

Ezpeleta ha mostrado el respeto y reconocimiento del Gobierno valenciano al cardenal Sarah y ha planteado en su intervención "qué universidad tenemos y qué universidad queremos". Para responder, se ha situado en la perspectiva del cardenal Newman, quien entiende esta institución como “el lugar donde todos los saberes tiene su lugar”.

Según este santo intelectual, “el fin de la universidad es generar buenos ciudadanos y ciudadanas para la sociedad. No es una cuna de poetas ni de genios, ni enfocada únicamente a la formación. Es una gracia dirigida a un bien superior”, ha expresado Ezpeleta, quien también se ha referido a los cambios vividos en estos últimos trágicos meses. En este sentido, “la diferencia la marcarán quienes actúen desde la resiliencia y la valentía”.

Ha cerrado el acto la intervención del nuncio apostólico, quien ha asegurado que se trata de un “merecido reconocimiento. Todo doctorando defiende su tesis y pienso que la de su eminencia puede contenerse en las palabras de la plegaria eucarística segunda, cuando el sacerdote, dirigiéndose al Eterno Padre, dice: te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia. Gratitud y dignidad ante la Divina Presencia han sido dotes del cardenal Sarah. Muchas gracias, pues, a las autoridades académicas, que han sabido valorar la labor pastoral, el mensaje y la enseñanza del cardenal Sarah”.

Asimismo, se ha dirigido personalmente al nuevo doctor honoris causa para decirle que “se ha convertido en un exponente fundamental de la vida cristiana al afirmar que el lenguaje de Dios es el silencio. Sin Dios, el hombre no es nada y no puede nada”.

Discurso íntegro del cardenal Robert Sarah

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