José Luis Sánchez García - Vicario Episcopal de Cultura y Relaciones Institucionales. Archidiócesis de Valencia
Carta mensual a la Vicaría de Cultura y Relaciones Institucionales de la Archidiócesis de Valencia: Contemplación y Cultura. PROPUESTA DE SOSTENIBILIDAD Y DESARROLLO, EL HOMBRE DESDE UNA ANTROPOLOGÍA
Noticia publicada el
miércoles, 5 de mayo de 2021
5 de mayo de 2021
Queridos amigos de la Vicaría:
La Vicaría de Cultura en colaboración con la Cátedra de Teología de la Caridad Santo Tomás de Villanueva de la UCV, ha celebrado un Foro de expertos sobre Pobreza y Hambre: Educación y Tecnología en el contexto de pandemia y quisiera compartir con todos lo que colaboráis en esta Vicaría mi aportación en este foro.
Debemos buscar el desarrollo integral de toda la persona y de todas las personas, para que la pobreza, el hambre, la exclusión, las migraciones forzadas y la violación de las libertades fundamentales no tengan cabida.
Tenemos que poner en el centro al ser humano y considerar el desarrollo de capacidades físicas, intelectuales y espirituales, porque sin Dios no somos sostenibles, “En efecto, en Él vivimos, nos movemos y existimos” (Hch. 17,28)
El hombre investiga la realidad, trata de conocer el mundo desde el gran supuesto de que es inteligible, pero si no pensamos que ha sido creado, no ha sido inteligido por nadie.
El Big Bang necesita una partícula mínima inicial que al explotar haga posible el universo. Si Dios no existe, falta una explicación última sobre quién ha colocado esa partícula.
La persona humana es una “innovación radical de la realidad”, única e irrepetible, irreductible a toda otra realidad distinta al Creador. Es una realidad que no existía antes, que no tendría sentido sin Dios, porque no habría una explicación posible para el quién es, solo para el qué es. Pero, quién es, es una realidad absolutamente nueva.
Por ello, sin la perspectiva de una vida eterna, el progreso humano en este mundo se queda sin aliento, encerrado dentro de la historia. El teísmo es propuesta de Esperanza.
La naturaleza está herida, por eso, la técnica aparece como una sobrenaturaleza, para ayudar a que el hombre pueda vivir con mayor dignidad. Pero hay que tener cuidado, porque al poner un brazo de titanio o utilizar técnicas con afán de ayudar al hombre, se puede herir a la naturaleza. Por eso la antropología y la ética son necesarias. La técnica quiere perfeccionar a la naturaleza, pero no podemos querer que un brazo sano sea sustituido por un brazo tecnológico y crear desequilibrios entre la salud y la mente.
Las fórmulas de vacunación, las soluciones para abrir pozos de agua, las técnicas de reciclaje y otras tecnologías que puedan ayudar a sanar la naturaleza son siempre bienvenidas cuando estas aportan esperanza sin riesgos para el hombre.
Las nuevas tecnologías y el arte han de ayudar a configurar esta nueva sensibilidad que el mundo precisa.
Hemos de colaborar con los padres, primeros educadores de sus hijos, en la puesta en marcha en el siglo XXI, de una verdadera igualdad de oportunidades en educación, especialmente con los más desfavorecidos. Hay que llevar el progreso en todas sus dimensiones a las personas, a los niños y niñas, que están esperando el encuentro con la verdad. Solo una auténtica formación libera de la pobreza y del hambre, y en este tiempo, las tecnologías pueden favorecer la educación siempre y cuando favorezcan la propia naturaleza humana.
Los países desarrollados tenemos la obligación de investigar todas las posibilidades para paliar el hambre y la pobreza y poner a disposición de toda la humanidad estas nuevas soluciones, sin excluir opciones viables por razones ideológicas.
En un momento de pandemia como el que estamos viviendo donde ya empiezan a vislumbrarse las soluciones que ofrecen las vacunas, el COVID no puede ser la enfermedad de los pobres. Es necesario que todas las personas puedan acceder a las vacunas, en especial, los más necesitados.
Creyentes y no creyentes tenemos que favorecer que los más vulnerables no queden descartados y la dignidad de toda persona humana sea reconocida.