El control de los tiempos en política, como en el resto de las cosas de la vida, es fundamental, no dejar que te marquen la agenda, el llevar la iniciativa, ser el primero en presentar propuestas o el primero en dar la batalla, supone la diferencia entre alzarse con la victoria o caer derrotado. Dentro de la cosa pública, desde la perspectiva de gestión, los tempos también son fundamentales, y estamos justamente en esos momentos en los que surge una encrucijada temporal, donde la formación de gobierno, la elaboración de los Presupuestos y la rendición de cuentas a Europa confluyen en un corto espacio.
Cuando volvamos a encontrarnos en estas líneas la semana que viene ya sabremos si la investidura de Rajoy (en dos tiempos) ha sido fallida o no y si los tiempos ¡otra vez los tiempos!, para unas terceras elecciones -esta vez navideñas- han empezado a correr en una fatídica cuenta atrás, a no ser que tengamos una investidura in extremis a la catalana, después de las elecciones gallegas y vascas (opción por la que más me Inclino).
Por otra parte, parece que algunos se empeñan en convencernos en que debemos seguir anclados en los viejos roles de las dos Españas que se citan tristemente, como ya he apuntado en ocasiones, a lo largo de nuestra historia para aniquilarse, a esta fijación que hace presa en ciertos sectores, cautivos y presos del resentimiento y revancha, tenemos que oponerle el espíritu de la Libertad para que pueda ser aplicable totalmente en España la frase de Edmund Burke "no se puede persuadir a nadie para que sea esclavo", pues ya sabemos que en nuestro querido solar Patrio se acuñó y usó repetidamente el célebre y bochornoso grito de "vivan las cadenas", que por cierto fue usado por primera vez en Valencia con motivo del regreso de Fernando VII en abril 1814.
Los tiempos
El día 9 de agosto gracias a la Diplomacia y buenas gestiones del gobierno en funciones, en otros de su Ministro, también en funciones (que pesadez) de Economía el señor De Guindos, la UE nos concedió un voto de confianza al no imponernos la multa por no cumplir con el déficit del año pasado, y además nos concede dos años adicionales para cumplir con el objetivo de déficit presupuestario por debajo del 3% del PIB, en reconocimiento a los esfuerzos que los españoles estamos realizando, al haber estado sometidos a una de las mayores crisis (sino la que más) económica en tiempos de paz, y cuyos frutos se están viendo en una progresiva recuperación económica. Un ejemplo de los esfuerzo, en este caso en el ámbito de la gestión pública ha sido la Orden de cierre de ejercicio 2016 del Ministerio de Hacienda con fecha 14 de julio cuando lo normal era al final del año, por ejemplo el año pasado se publicó el 27 de octubre, por lo que en la Administración General del Estado en el 2015 se podían contabilizar la aprobación de nuevos gastos hasta el 13 de noviembre, en cambio este año 2016 ha sido de finales de julio, imagínense los ahorros si en sus hogares desde ese veraniego mes de julio no aprueban ningún gasto nuevo.
Además las cifras macroeconómicas mejoran día a día, aunque el paro tenga aún (siempre lo será) demasiados dígitos, pero quizás el déficit sea el dato cuya evolución casi más pueda preocupar a las instituciones, por las consecuencias en la sostenibilidad de las finanzas públicas y la viabilidad del Estado de Bienestar; además los desequilibrios entre ingresos y gastos públicos están vigilados por la UE, proyecto supranacional, en el que hemos cedido una gran parte del ejercicio de las competencias públicas en materia económica, fue por ello por lo que tuvimos que reformar el artículo 135 de la Constitución para enviar un indudable mensaje a Europa de nuestra voluntad de cumplir con el equilibrio presupuestario.
Y ustedes, llegados a esta altura del artículo, pensaran !que pesado con el déficit, otra vez la misma cantinela¡, pues si , España está necesitada de financiación (como nuestra Comunitat) y al igual que cualquier organización, empresa o entidad, tenemos que dar una buena imagen en nuestra cuenta de resultados a nuestros prestamistas o no nos seguirán dejando dinero para seguir viviendo (disculpen el trazo vasto del comentario), y por eso es tan importante año a año, ejercicio presupuestario a ejercicio presupuestario gastar menos, mejorar en eficiencia, incrementar los ingresos (sobre todo con la reactivación económica no por asfixia impositiva) para ser viables y así poder dejar a las generaciones venideras nuestra sociedad del bienestar y forma de vida occidental.
Para seguir enviando mensajes positivos, y llegados a estas alturas del año es imprescindible hacer los deberes presupuestarios, aprobación del techo de gasto, presentación de los Presupuestos Generales del Estado por parte del gobierno al Congreso y su correspondiente aprobación por parte de este último, para así poder presentar el plan de ajuste a la UE, el 15 de octubre, con esos dos nuevos años de prórroga que a todas las Administraciones Públicas vendrá fenomenal. Por eso parece un poco curioso, por decirlo de alguna forma, que algunos responsables autonómicos realizan manifestaciones muy enconadas en contra de la investidura de nuevo premier, entre ellos el Presidente Puig de nuestra Comunitat, cuando somos los valencianos, por razones obvias de falta de recursos, los más interesados en que haya nuevo gobierno y se ponga en marcha la legislatura para recibir el apoyo financiero para que nuestros servicios públicos funcionen, pues cualquier modificación o creación de Fondos o disponibilidades financieras para las autonomías (los FLAs) han sido por Real Decreto-Ley.
Y ya puestos a hablar de nuestro president, que les parece su comentario ante la inhabilitación de Otegi, decía que a él personalmente, «que se pierdan los derechos políticos de las personas no es una cuestión que me agrade especialmente». Pues a mí en lo personal (como dice Puig) me parece que cualquier signo de tibieza frente a los asesinos que han matado física o psicológicamente, torturado, lisiado, secuestrado, robado vida y bienes a miles de personas, me indigna por no usar términos más gruesos, pero además como ciudadano me preocupa que nuestros representantes no estén inflexiblemente al lado del Estado de Derecho, pues sin Ley no hay Libertad, ni Estado ni Democracia ni nada.