El 9 d’ Octubre es el día grande de los valencianos, la fiesta que conmemora la Reconquista de la capital del Turia en 1238 por parte de Jaime I y la creación del Reino de Valencia. El historiador y catedrático de la Universidad Católica de Valencia (UCV), Federico Martínez Roda, desgrana su origen y analiza  la efeméride y la ideología revisionista de hoy ante la celebración de determinados acontecimientos históricos.

¿Qué le suscita a usted, como experto, la fiesta del 9 d’Octubre?

Respuesta. Me parece una fiesta muy bien puesta. En otros lugares celebran las derrotas, lo que no es inocente; lo hacen con el ánimo de ser permanentemente victimistas. Sin embargo, el 9 d’Octubre posee muchos elementos positivos, de ahí el rezo del Te Deum: se celebra el día del regreso oficial de Valencia a la Cristiandad.

La conquista de Valencia tiene forma de cruzada. De hecho, el rey Don Jaime logra los apoyos necesarios para acometer la conquista porque se predica la cruzada, hasta entonces no se pudo conseguir.

Si algunos se enterasen de ese dato, podrían hablar de una fiesta ‘imperialista’, como ya se hace con el 12 de octubre.

En primer lugar, que en ese momento la creación del Reino de Valencia supusiese su unión a la Cristiandad no quiere decir que el 9 d’Octubre tenga ahora ese significado. Ese día es muchas más cosas: también fue la creación de un reino individualizado con continuidad en la historia, a pesar de perder los Fueros en el siglo XVIII.

El 9 d’Octubre es una asunción del pasado y una celebración de alegría de 800 años de conciencia colectiva. Por tanto, es lógico celebrar ciertos componentes que conforman nuestra cultura.

¿Y en segundo lugar?

Los territorios se han configurado a partir de guerras, enfrentamientos y diplomacia. La fuerza que tenía un territorio era lo que lo configuraba y desde principios de la Edad Media en la península ibérica existía la concepción de que se trataba de una tierra perdida, y como tal había que recuperarla.

Por supuesto, esas circunstancias históricas no pueden traerse al presente como un elemento de funcionamiento político en las relaciones internacionales; pero tampoco puede modificarse el pasado con criterios muy ajustados al pacifismo del siglo XXI.

Si nos ponemos a rectificar el pasado tendremos que dejar de hablar castellano y valenciano, porque nacen de la conquista del Imperio Romano. Recuperemos el íbero, entonces. A esta clase de ridículos se puede llegar por el camino que marcan esas reivindicaciones.

¿A qué cree que se debe esa visión revisionista?

Vivimos un momento en que mucha gente pretende destruir o descomponer los fundamentos culturales europeos. En el fondo de polémicas como los ataques a la figura de Colón en EE UU está el rechazo a la cultura que ha configurado a Occidente. ¿Qué es lo importante de la presencia española en América y lo que ha permanecido? La evangelización; como quieren atacar esa misión, hacen una enmienda a la totalidad, empezando por Colón, claro.