El área metropolitana de Valencia no tiene quien le escriba (Federico Martínez Roda, Levante-EMV)
Noticia publicada el
jueves, 6 de febrero de 2025
El área metropolitana de Valencia, con más de un millón y medio de habitantes, es la mayor concentración de población de la Comunidad Valenciana y representa, junto con Madrid y Barcelona, una importante aglomeración industrial pero también, todavía, una zona agrícola de regadío intensivo muy importante en el conjunto de España.
Estas funciones, junto a los usos de suelo urbano, conforman un paisaje complejo y original pero, a la vez, genera problemas de planificación en las grandes líneas de expansión urbana y de comunicaciones. Además, como se ha visto recientemente y nos enseña la Historia, se añaden los problemas de encontrarse en tierra de aluvión que sufre riadas intensas cada cierto tiempo. Riadas que según los expertos irán a más por el calentamiento del mar Mediterráneo que puede llevar a que sean más frecuentes las lluvias monzónicas, como la del 29 de octubre de 2024.
El área metropolitana de Valencia se asienta en la histórica comarca de l’Horta, que siempre ha estado muy poblada. La descripción de Cavanilles en 1795 es muy clara al respecto, con rasgos de premonición: «la multitud de lugares habitados, de Puzol a Catarroja, forman con Valencia una bella confusión que hace creer al observador que está en una ciudad». Es decir, todos estos pueblos que por el sur habría que estirar hasta Silla, siempre han estado unidos por el agua en positivo y en negativo. En positivo porque las acequias milenarias les dota de unidad y en negativo por las riadas.
Efectivamente, sobre el territorio que históricamente se denominó l’Horta se ha producido una expansión urbana que no ha sido consecuencia de un engrandecimiento del centro (la ciudad de Valencia) sobre un espacio vacío (como gran parte del área metropolitana de Madrid), sino el crecimiento de todos los núcleos de población que han acabado uniendo sus edificios y juntado sus calles. Se ha formado una urbe con poblamiento continuo, con gran densidad de población (unos 2.600 habitantes por kilómetro cuadrado) pero dividida administrativamente en 44 municipios. De manera que, además de los 44 ayuntamientos ejercen su autoridad sobre es-te territorio: la Unión Europea, el Estado español, la Generalitat Valenciana y la Diputación de Valencia. Ninguna de estas administraciones o por exceso (las cuatro mencionadas) o por defecto (los 44 ayuntamientos) significan que exista una autoridad cuyo ámbito coincida con el «área metropolitana de Valencia».
Hubo un Consell Metropolità de l’Horta cuyo principal defecto, visto en la perspectiva de los 25 años pasados desde su disolución, era su nombre contradictorio. No se puede dar el nombre de «metropolitano» a una autoridad y luego decir que esa metrópoli es «huerta». Si es metropolitana una autoridad, la ejerce sobre una urbe, por lo que mantener la ficción de que el territorio es «huerta» desorienta a propios y extraños. Y lo que es peor, presenta una visión distorsionada de la realidad. Ortega y Gasset nos enseñó que «toda realidad mal entendida prepara su propia venganza».
Por mucha nostalgia que nos produzca la huerta perdida, en 2025 el área metropolitana de Valencia ya no es l’Horta, aunque haya que mantener la que queda de ella, pero eso es otra cuestión. De lo que se trata, aprovechando la deseada reconstrucción tras la riada sufrida el 29 de octubre de 2024, es de cambiar la percepción de nuestra realidad urbana y actuar en con-secuencia. Percepción que, de entrada, ha perjudicado a algunas actividades porque, conforme se daban las noticias sobre la dana, no se delimitaba claramente donde afectó. Jugó en contra el doble significado del topónimo cuando se decía que «Valencia se había inundado»: la ciudad de Valencia no se inundó, parte de la provincia de Valencia sí sufrió la riada, pero ese matiz no todo el mundo lo entendía. No recuerdo haber visto o leído que alguien dijera o escribiera: «se ha inundado el sur del área metropolitana de Valencia», lo que hubiera sido más preciso y real. No se utilizó esta terminología necesaria. Y ahí está el problema, en un particularismo municipalista que impide tener conciencia común de pertenencia al área metropolitana de Valencia.
En la reconstrucción de los daños producidos por la riada de 2024, es preciso, una vez disuelto el Consell de l’Horta crear una verdadera autoridad del área metropolitana de Valencia que debería llamarse así, y no volver al oxímoron al mezclar lo metropolitano con la huerta. Por mucha nostalgia que tengamos el organismo necesario actuaría sobre un ámbito urbano y no rural, aunque uno de sus retos fuera el respeto a lo que queda de tierra cultivada, cuestión que nadie discute y que mantendría esa gran originalidad del área metropolitana de Valencia que consiste en intercalar cultivos intensivos de regadío, que son jardines productivos, en lo que ya es una urbe, de lo que muchos valencianos no son conscientes.
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