El neurocientífico Tomás Ortiz señala en la UCV que “está comprobado que los niños que desayunan bien y duermen la siesta mejoran su aprendizaje”

El neurocientífico Tomás Ortiz señala en la UCV que “está comprobado que los niños que desayunan bien y duermen la siesta mejoran su aprendizaje”

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El prestigioso neurocientífico Tomás Ortiz, ha impartido una sesión sobre la influencia de la neurociencia en la educación en las VI Jornadas Pedagógicas de la Universidad Católica de Valencia (UCV) y ha resaltado, entre otras cuestiones, que “está comprobado que los niños que desayunan bien y que duermen la siesta mejoran su aprendizaje”.

“El sueño es importantísimo. Igualmente, sólo con un buen desayuno -lácteos, omega 3, cereales, zumos, tostadas-, los estudios confirman que mejora el rendimiento escolar. También el ejercicio físico moderado desarrolla el factor de crecimiento neuronal: es como el abono para las plantas”, ha subrayado Ortiz, que lleva más de 30 años dedicado a la docencia e investigación en Neurociencia Cognitiva, Neuropsicología y educación.

El catedrático del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid ha querido acercar la neurociencia a los estudiantes de la Facultad de Magisterio y Ciencias de la Educación de la UCV porque “entender el cerebro permite mejorar la educación escolar”. Así, ha señalado que “el cerebro no funciona en horas, días o meses, sino en microsegundos, por lo que todos los días hay que trabajar cosas concretas y cortas”. Igualmente, ha reseñado como clave fundamental en el aula “potenciar las emociones positivas”. 

“UN NIÑO PUEDE NO APRENDER COMO CONSECUENCIA DE UN ESTADO EMOCIONAL”

Durante la jornada, que ha contado con la participación de Consolación Isart, decana de la Facultad de Magisterio y Ciencias de la Educación de la UCV; y con el vicedecano de Pedagogía, Javier Chust, Ortiz ha presentado herramientas para que los futuros maestros potencien emociones positivas en sus alumnos, y, en consecuencia, su aprendizaje.

“La primera respuesta a las emociones es biológica, se da en nuestro propio cuerpo. Ese condicionamiento corporal, previo a la elaboración cognitiva, condiciona en la escuela muchas tomas de decisiones, por eso hay que enseñar al niño a controlar y adaptar las emociones. De hecho, hay una parte del lóbulo prefrontal que controla las emociones y hay jóvenes de veinte años que aún no la tienen madura. En este sentido, este experto ha lamentado que “no haya en la escuela programas de maduración emocional como sí los hay de asignaturas como matemáticas”.

“La neurociencia señala que los procesos emocionales suceden antes que los cognitivos y condicionan el aprendizaje y la toma de decisiones, y esto es fundamental: un niño puede tomar decisiones erróneas o no aprender como consecuencia de un estado emocional”.

Por otro lado, el ponente ha expresado que “el gran error de nuestra enseñanza deriva de que los políticos cambian constantemente los planes educativos. Por ejemplo, tenemos dificultad de aplicar estos conocimientos en neurociencia en el aula como consecuencia de los modelos educativos que tenemos”.

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