Escuela de Doctorado
El pensamiento de C. S. Lewis, mensaje de “esperanza y fe” en el ser humano “para el momento actual”
Noticia publicada el
miércoles, 22 de mayo de 2024
María Luz Álvarez García ha realizado una investigación en torno al escritor y profesor de la Universidad de Oxford C. S. Lewis (1998-1963), autor de obras tan conocidas como la llamada Trilogía cósmica, los siete volúmenes de Las crónicas de Narnia y los ensayos Cartas del diablo a su sobrino (1942) y Una pena en observación (1961). Según Álvarez García, “Lewis sirve de guía para situaciones y circunstancias que encontramos en el momento actual y proporciona, no sólo consejo invalorable, sino también esperanza y fe en que la esencia del ser humano es eterna e indestructible”.
“A pesar de los ataques que sufre el hombre desde sus propias filas, Lewis sostuvo sin desmayo que la creatividad y voluntad humana se harán presentes tarde o temprano, a pesar de las pruebas y dificultades que, individual y colectivamente, sin duda se enfrentarán en cada tiempo y lugar”, afirma.
En ese sentido, el estudio de esta profesora jubilada, que forma parte de su tesis doctoral, hace referencia a la fe del literato británico: “La capacidad comunicativa de Lewis, la vivacidad y frescura de su estilo literario, su elocuencia y saber, le permitieron convertirse en un adalid de la apología del cristianismo. Era alguien deseoso de compartir su convencimiento sobre el poder intelectual e imaginativo que conlleva la fe cristiana”.
“A partir de su retorno desde el ateísmo al teísmo y luego al cristianismo, toda su vida se orientó con esa brújula. Probablemente hizo más conversos con sus conferencias, charlas y libros que las obras de insignes teólogos, más eruditos en la materia, pero menos cercanos al gran público”, asevera.
La literatura como forma de conocimiento de aquello que la humanidad comparte
Álvarez García señala, por otro lado, que Lewis planteó en su ensayo de 1961 La experiencia de leer (Alba Editorial, 2000) una propuesta de crítica literaria “novedosa” en la época “que abrió caminos a la crítica literaria posterior”. El intelectual norirlandés desarrolla el concepto de literatura como “Logos”; es decir, la literatura “como forma de conocimiento de aquello que la humanidad comparte”.
La autora asevera que, en opinión de Lewis, “ese sustrato, el Logos, se expresaría de formas y maneras diversas; su mensaje se transmitiría a través de las artes y en la literatura, que son las maneras en las que el ser humano, mediante la facultad de la imaginación ayudada por la razón, ejerce su actividad creadora en el mundo, en réplica de la «Gran Imaginación»”.
Según Álvarez García, “en Lewis, el arte, la gran literatura en este caso, es a la vez mensajero y mensaje, de ahí su capacidad para transmitir y ser Logos”. Así, “el escritor transmite en la obra una simiente que, si el terreno es propicio, germinará en el espíritu del lector, dando lugar a un proceso generador análogo al que se produce en la naturaleza física de las cosas”.
Lewis estaba “profundamente interesado en los mitos”, y esta experta cree que “el propósito último de la obra de Lewis es aunar imaginación, razón y fe con el fin de alcanzar la verdad tras las apariencias de las percepciones sensoriales. Dicha verdad estaría al alcance de todos los hombres, pues existiría un sustrato común a toda la humanidad, formado por la amplia y vasta experiencia humana y al que se puede acceder siempre que se tenga la adecuada actitud receptiva; es decir, cuidando de que el yo individual no se interponga”.
La gran literatura “cura del provincialismo”
Álvarez García subraya que Lewis consideraba necesaria una actitud concreta ante la experiencia de la lectura: “Para recibir la literatura es condición inexorable el salir de uno mismo: dejar a un lado las preconcepciones, los intereses propios, las asociaciones mentales, y ceder a la obra. Es decir, la individualidad ha de ponerse en suspenso de forma momentánea para entregarse a lo que pueda traer la lectura. El lema que Lewis propone ante toda obra de arte es: «Mirar. Escuchar. Recibir»”.
“Para captar el mensaje de la obra, el Logos que transmite, el lector habrá de mirar con atención lo que se presenta a sus ojos, escuchar lo que le dice y dejarle espacio, recibir la obra. Por el contrario, al usar la literatura, el lector impone precisamente su individualidad, sus propias ideas, deseos o actitudes a la obra, haciéndose por esa vía inmune a su mensaje”, aduce.
La teoría literaria de Lewis establece, según relata, que “un buen libro se reconoce como tal porque permite una buena lectura”. Es decir, “aporta reflexiones al lector, le ayuda a comprender aspectos de la vida, le propone otra mirada sobre el mundo y sobre sí mismo, hace buenos lectores. Tras la experiencia con la buena literatura, el lector crece, su inteligencia, su capacidad de juicio y sensibilidad se refinan, amplían y profundizan. Por esa razón, la gran literatura le ayuda a salir de sí mismo, le cura del provincialismo”.
“Sin embargo, un mal libro alimenta las fantasías ‘egoicas’ del lector, halaga su vanidad y, al dar pábulo a sus deseos sin cuestionarle de dónde vienen o hacia donde van; le encierra una vez más en su círculo limitado y conocido”, remarca.