Jornada 'Un sínodo para un cambio de época'
El uso de modelos de lenguaje como ChatGPT afecta “de manera negativa” al pensamiento crítico
Noticia publicada el
jueves, 27 de febrero de 2025
La Universidad Católica de Valencia (UCV) ha celebrado la jornada ‘Un sínodo para un cambio de época. Mente, vida y fe’, organizada por el Capítulo de Caballeros Jurados de San Vicente Ferrer, en colaboración con la UCV y NEOS. Una de las cuestiones claves que se han tratado ha sido la tecnología de inteligencia artificial (IA). En la mesa redonda que la ha abordado, ha intervenido el profesor de la UCV y experto en IA Enrique Estellés, que ha asegurado que “el uso de modelos de lenguaje como ChatGPT afecta de manera negativa al pensamiento crítico”.
“Se está demostrando que el llamado descargo cognitivo, es decir, delegar una habilidad concreta en una tecnología tiene consecuencias negativas para nuestro cerebro. Por ejemplo, cuando utilizamos ChatGPT y otros modelos de lenguaje de IA delegamos el pensar, escribir, revisar lo redactado y cambiarlo, ver dónde te has equivocado, qué no has hecho bien…. La carencia resultante del descargo cognitivo no es una opinión ni una disquisición romántica, hay una base biológica detrás”, ha afirmado.
Al aprender una nueva habilidad, según ha expuesto Estellés, se forma un nuevo “circuito neuronal” en el cerebro y, a medida que se trabaja esa habilidad, unas células cerebrales llamadas oligodendrocitos lo recubren con mielina para que la electricidad circule más rápidamente y sea más eficiente: “Por eso, cada vez que practicas una cosa, la haces mejor; desde saltar a la comba hasta memorizar, o pensar críticamente. Pero si dejamos de ejercitar una habilidad determinada, los oligodendrocitos dejan de recubrir ese circuito neuronal y se van a recubrir otro, el de «ChatGPT, hazme un resumen de tal tema para presentárselo al profesor». Así, dejamos de fortalecer habilidades que deberíamos desarrollar. En mi opinión, cualquier tarea con ChatGT u otros modelos de lenguaje que evite que te esfuerces en aprender, impidiendo la práctica de una habilidad, es un mal asunto”.
“En ocasiones, el descargo cognitivo compensa, pero en muchas otras, no. ¿Qué ha ocurrido con Google Maps, por ejemplo? Alguien con un buen sentido de orientación puede utilizar esta herramienta para consultar un recorrido y luego hacerlo por su cuenta; pero muchos con un sentido bajo de orientación, simplemente pulsan ‘iniciar recorrido’ y siguen paso a paso las instrucciones que les da la app. Pero si le digo a mi cerebro que no tiene que trabajar la orientación, dejará de practicar esa habilidad. Lo mismo sucede con los pedagogos que no quieren que los niños memoricen porque ya tienen toda la información en internet. Sin embargo, dejar de ejercer la memorización también tendría consecuencias para el cerebro de los alumnos”, ha indicado.
Confundir a las máquinas con seres humanos
Estellés ha hecho referencia también a la relación de los sesgos cognitivos con la tecnología. Estos sesgos se refieren al efecto psicológico que produce una desviación en el procesamiento mental y que conducen a la distorsión, juicio inexacto o interpretación ilógica de la información que recibe una persona. Entre los que ha mencionado, el profesor de la UCV ha destacado el “sesgo de antropomorfización”, también conocido como «efecto Eliza».
“Eliza es el nombre de un ‘chatbot’ creado en 1966 que simulaba ser un terapeuta. En la interacción de cientos de personas con este programa -que era bastante pobre, según su propio autor- se observó que los participantes tendían a afirmar sentirse comprendidos por Eliza, creyendo que era realmente empática. Esa antropomorfización, que está pasando ahora con ChatGPT, nos lleva a relacionarnos de manera inadecuada con la tecnología, que ni es inteligente ni empática ni posee ninguna otra característica humana, que nosotros sí le atribuimos, como vemos en el propio nombre de la IA”, ha aducido.
Junto al descargo y los sesgos cognitivos, este experto señala otras claves de la tecnología a tener en cuenta para “relacionarnos bien” con ella, incluida la IA: “No debemos demonizar la tecnología, pero tampoco endiosarla; es cuestión de discernir cuándo procede utilizarla y cuándo no, en qué contexto merece la pena y en qué contexto no. Con la inteligencia artificial este discernimiento es especialmente importante”.
“La invisibilidad es una de esas claves. La tecnología acaba siendo invisible, pasa desapercibida y hemos de hacer un esfuerzo de consciencia para ser críticos al usarla. No somos conscientes de que hay una tecnología detrás de pequeñas acciones como mirar el móvil para revisar el correo o ver si alguien nos ha dado ‘like’ a una publicación. Sólo somos realmente conscientes de la tecnología cuando falla. En ese momento, nos percatamos de nuestra dependencia hacia ella”, ha aseverado.
Las tecnologías no son “moralmente neutras”, las han diseñado “con un fin”
La tercera clave o “dificultad” indicada por Estellés consiste en la “concepción” que tiene la persona sobre la tecnología. Así, “la primera interpretación que surge con la aparición de un nuevo avance es que se trata de un instrumento para un fin. Por ejemplo, utilizo Whastapp para hablar con una persona. En filosofía de la tecnología esto es conocido como el enfoque instrumental, que considera la tecnología como una herramienta neutra. Así, cuando se hace un mal uso de ella, la culpa es exclusivamente del usuario. Es el argumento favorito de las empresas tecnológicas”.
“En parte, es un enfoque correcto, pero está incompleto. Debemos ser conscientes de que toda tecnología es un intermediario a la hora de interactuar con los demás o con el medio. Las tecnologías no son moralmente neutras. Esto no quiere decir que posean voluntad propia, pero el que las ha diseñado lo ha hecho con un fin; y éste sí puede ser valorado moralmente. Por ejemplo, existe una intencionalidad en la estructura de las redes sociales, que están diseñadas para captar y retener tu atención. Quieren que estemos enganchados a la app el mayor tiempo posible para obtener más datos y un mayor rédito económico. Por eso, no podemos relacionarnos con la tecnología como si fuese únicamente un instrumento”, ha remarcado.
Whatsapp es “muy útil” para ciertas acciones, “pero no para todas”, ha explicado Estellés: “Si tengo que hablar de un tema importante, lo mejor será una conversación cara a cara o, como mínimo, una llamada telefónica. Si tengo que pedir perdón a alguien, lo mejor es que me vea en persona, que yo le mire a los ojos. Hacerlo a través de Whatsapp interfiere en la forma de comunicarme con los demás y la cambia”.
Además, “extiende ese cambio”, ha subrayado el profesor de la UCV, que ha hecho referencia a un estudio reciente realizado en Reino Unido según el cual dos tercios de los encuestados entre 18 y 34 años prefieren recibir, con gran diferencia, un mensaje a una llamada, que consideran algo “intrusivo”. La misma investigación señala que una de cada cuatro personas en esa franja de edad nunca realiza llamadas ni las contesta.
“¿Por qué preferimos un mensaje o una nota de audio, en lugar de una llamada? Carlos Díaz, un filósofo personalista, llama a esto el «yo presentado». Es decir, si recibimos un mensaje, tenemos tiempo de analizar lo que dice, pensar una respuesta y darla. Lo mismo sucede con las notas de audio: adaptas tu contestación. Con una llamada es muy distinto. La respuesta es instantánea y, si se produce un silencio, éste puede ser muy revelador”, ha relatado.
Junto a Estellés, han participado en la mesa redonda sobre IA el director científico de la Cátedra Tomás Moro de la UCV, Enrique Fliquete; y el profesor de la Universidad de Valencia (UV) Agustín Domingo.
José Manuel Alcácer: “El fruto más valioso del árbol conciliar y, quizás, el más perceptible, ha sido la recuperación de una realidad latente en la Iglesia, la sinodalidad”
En la apertura institucional del acto, presidida por el obispo auxiliar Fernado Ramón, ha participado el catedrático emérito de la Facultad, José Manuel Alcácer, capellán mayor del Capítulo. En su intervención, Alcácer ha señalado que “uno de los frutos del árbol conciliar, quizás, el más perceptible y, sin duda, el más valioso, ha sido la recuperación de una realidad latente en la Iglesia, como es la sinodalidad”.
“El sínodo clausurado en octubre -cuya novedad consiste en que, sin renunciar al pleno derecho de enseñar, regir y santificar propio del ministerio episcopal y ratificado por el papa, se ha dado cabida con voz y voto a todo el pueblo de Dios- se ha dispuesto a afrontar un innegable cambio de época en la historia de la humanidad, recogiendo los frutos del Vaticano II, apoyándose en él y siguiendo sus huellas”, ha aseverado.
La Iglesia contemporánea, “nacida de un concilio que constituyó una nueva irrupción del espíritu del Señor sobre la humanidad”, se sustenta en las cuatro “columnas” del Vaticano II, según ha apuntado Alcácer: las tres constituciones dogmáticas -sobre la liturgia, Sacrosantum concilium; sobre la Iglesia, Lumen gentium; y sobre la divina revelación, Verbum dei- y la constitución pastoral Gaudium et spes, acerca de la Iglesia y el mundo actual. Estos cuatro pilares han preparado a la Iglesia “para afrontar una nueva época, dejándola perfectamente dispuesta para ejercer su luminoso ministerio sobre una humanidad que camina hacia uno de los cambios de época que a su manifiesta novedad añade el ser uno de los más rápidos y vertiginosos que hemos conocido”.
“Esta nueva época supondrá, por lo que somos capaces de atisbar, unos cambios enormes en todos los órdenes -social, demográfico, moral, económico, geopolítico…- y, sobre todo, en lo tocante a las relaciones de los seres humanos entre sí y con Dios. El famoso «seréis como dioses» del capítulo tercero del Génesis, va a resonar con una fuerza inusitada en el corazón de la humanidad asombrada y orgullosa, con razón, por sus logros, y también víctima de ellos, pero lastrada por la convicción de que no ha necesitado de Dios para alcanzarlos”, ha subrayado.
Para Alcácer, “la Iglesia ha sido y sigue siendo la compañera de camino de la humanidad. Compartiendo sus tragedias, gozos y esperanzas, se ha esforzado por evangelizar en cada momento histórico que le ha tocado vivir. El actual, a fuerza de ser sinceros, es un momento que calificaría de crítico y esperanzador”.
Múltiples expertos de la UCV y otras instituciones académicas y sociales
Junto a Alcácer, han participado en la apertura del encuentro el lugarteniente general del Capítulo de Caballeros Jurados, Alfredo Pellicer; y la profesora de la Universidad Politécnica de Valencia y portavoz de NEOS Valencia, Amparo Baviera.
La sesión matinal ha incluido, asimismo, una mesa redonda sobre biotecnología y bioética en la que han intervenido el catedrático de Filosofía del Derecho y Filosofía Política Pedro Talavera, de la UV; Carmen Mateu, del Instituto de Patología de la UCV; y el presidente de la Asociación ADELA-CV, José Jiménez Aroca.
Ha tenido lugar también una mesa redonda sobre ateísmo, ya en la sesión vespertina, conformada por el catedrático de Teología Dogmática Vicente Botella, vicedecano de la Facultad de Teología; Luis Miguel Castillo, profesor de la misma Facultad; y Carmen Pellicer, fundadora y presidenta de la Fundación Trilema.
La conferencia de clausura ha corrido a cargo de Alfonso del Corral, doctor en Medicina y Traumatología del Deporte, antiguo médico del Real Madrid y exjugador de baloncesto del mismo club.