Ciclo Educación y Libertad
Fernando García de Cortázar: “España carece hoy de una mirada capaz de dotar de sentido histórico a lo que le ocurre”
Noticia publicada el
miércoles, 19 de mayo de 2021
El jesuita Fernando García de Cortázar, catedrático de Historia Contemporánea y director de la Fundación Vocento, ha pronunciado una conferencia en el Palacio de la Colomina de Valencia enmarcada en el ciclo ‘Educación y Libertad’, impulsado por la Universidad Católica de Valencia (UCV) y la Universidad CEU Cardenal Herrera. El acto ha contado con la presencia del cardenal arzobispo de Valencia y gran canciller de la UCV, Antonio Cañizares; el rector de la UCV, José Manuel Pagán; y el rector de la Cardenal Herrera, Vicente Navarro de Luján.
Durante la ponencia, que también ha podido seguirse de manera telemática, García de Cortázar ha asegurado que España carece hoy “de una mirada capaz de dotar de sentido histórico” a lo que le ocurre: “Ya no lo tenemos, tenemos un sentido de la inmediatez. Se nos olvida el esfuerzo moral y ético que se hizo en la Transición por coordinarnos unos y otros en beneficio de un cambio y de la libertad”.
“Esa cultura del consenso se ha perdido. Hay un agotamiento de referencias culturales, no nos hemos preocupado por el sentido ético de la vida durante mucho tiempo, y la aspiración al medro, la picaresca, la relajación de nuestra rectitud moral se ha impuesto muchas veces. Es el momento de enmendarnos”, ha aseverado.
“TENEMOS QUE SUBLEVARNOS CONTRA EL LÉXICO QUE ESTÁ CREANDO EL PODER”
En ese sentido, el historiador vasco ha remarcado que España se halla en un “erial cultural”, como el resto de Occidente: “En el desbarajuste cultural que vivimos lo primero que se ha hecho es manipular y mancillar la palabra. Palabras como libertad, hermandad, fraternidad, caridad o esperanza ahora han sido traducidas por otras que no significan lo mismo. El significado de las palabras lo da el que tiene el poder, como vemos en ese gran libro que es Alicia en el país de las maravillas. Tenemos que sublevarnos contra el léxico que está creando el poder”.
“El propio término ‘España’, la idea de España, está siendo vejado, con esa aberración cultural e histórica que es llamarle Estado español. El terrorismo exige que no se hable de terrorismo sino de conflicto vasco; a la impugnación de la unidad constitucional muchas veces se le llama soberanía popular; al clientelismo electoralista, defensa de la ciudadanía; a la actual indiferencia moral, que debemos denunciar, le llaman laicismo progresista; a la desnacionalización de la cultura, respeto a la diversidad; al desprecio por el mérito (que es muy visible en colegios y universidades), igualdad de oportunidades; a la renuncia a la complejidad intelectual se le llama en televisión respeto a la audiencia”, ha expuesto.
García de Cortázar asegura que esta “erosión cultural” será “difícil de restaurar”. Así, “puede restaurarse la economía”, pero le cuesta “trabajo” creer que van a recuperarse los “años perdidos” en el terreno cultural, con generaciones “que no han leído las Confesiones de san Agustín, una de las grandes obras de literatura universal, o que no saben quién es san Isidoro de Sevilla, que mantuvo la cultura romana en España e hizo que se transmitiera en toda Europa; o qué es la Escuela de Salamanca, la más importante del mundo, comparable a la Academia de Platón”.
“En este momento de peligro brilla la conciencia de una civilización que supimos construir en los momentos más sombríos del siglo XIX, que se respeta a sí misma porque da validez al pensamiento, porque distingue entre convicción y fanatismo, porque es capaz de invocar una verdad y defenderla como verdad”, ha subrayado.
“EN EL CASO VASCO SE ESTÁ CONVIRTIENDO EN DIGNAS A PERSONAS QUE NOS AMENAZABAN Y NOS PODÍAN HABER MATADO”
El catedrático de Deusto ha hecho hincapié en que “la posmodernidad ha dejado su huella en España, como en todo el mundo desarrollado, en el relativismo moral, en la pérdida del sentido de la universalidad cristiana, en la sociedad del espectáculo, en el combate de la ética contra la estética y, muchas veces, en la destrucción de las convicciones”.
“Hemos de ser hombres de convicciones, que se acunan en la infancia, incluido el sentido de conciencia nacional o conciencia patriótica. Los resistentes tendrán la última palabra, decía Camus, algo que siempre pensé en el caso vasco. Con los acontecimientos actuales, convirtiendo en personas dignas a aquellos que nos amenazaban y nos podían haber matado, parece que los resistentes no tienen aún la última palabra”, ha lamentado.
En opinión de García de Cortázar, los católicos deben procurar que el cristianismo se mantenga “como hecho civilizatorio” en las sociedades occidentales: “Somos el resultado de un largo proceso constituyente de una civilización en cuyo forjado se han sintetizado las aportaciones de Grecia, Roma, el cristianismo, el humanismo renacentista, la Ilustración y la democracia del siglo XIX. El hecho civilizatorio cristiano es fundamental”.
“Muchos hoy se reconocen como cristianos culturales, aunque no como personas de fe. El filósofo Gustavo Bueno decía que era un ateo católico, por ejemplo. Se proclamaba ateo, pero dentro de la cosmovisión católica, no de la protestante o la musulmana. Orianna Fallaci que también era atea, se llamaba a sí misma cristiana cultural”, ha recordado.
LA IGLESIA, “BALUARTE CONTRA EL DERRUMBE CULTURAL E INTELECTUAL”
En este momento “de derrumbe cultural e intelectual”, el catedrático de Deusto ha afirmado que la Iglesia tiene que ser el “baluarte de la cultura” que ha sido durante tantos siglos: “Estamos viendo grandes retrocesos, pero quiero pensar que saldremos de ellos. Para ello, la Iglesia tiene que echar el resto, dentro de su propia cultura. La Iglesia ha cometido excesos, pero también es cierto que tras los grandes libertadores de la historia latía el mensaje cristiano”.
“Evitemos que la Navidad se convierta en la fiesta saturnal del solsticio de no sé qué, me produce verdadera vergüenza escuchar estas cosas. Estamos continuamente haciéndonos perdonar por ser católicos. La Iglesia tiene que hacer un verdadero esfuerzo en demostrar que nuestra fe ha construido esta civilización. La Ilustración, por ejemplo, fue posible en Europa y hablaba de cosas como la fraternidad porque dos mil años antes se proclamó que todos éramos hijos de Dios y eso nos hacía hermanos, tanto el que iba a ser devorado por una fiera como el emperador que había ordenado que se le devorara”, ha remarcado.
En ese sentido, García de Cortázar ha lamentado que haya “una mayoría de cristianos dispuestos a despojarse de sus creencias en cuanto se acaban las horas de liturgia o de sacramentos, para aceptar a una sociedad actual que incluso les pide estar silentes ante atentados como el aborto”.
“Si somos tan acomodaticios que nos convertimos en lo que no somos, hemos tirado por la borda una gran cultura de dos mil años basada, creas en Jesús como Dios o sólo como fenómeno histórico, en la libertad y el respeto al otro. El gran drama del cristianismo de nuestro tiempo no es la agresión que el descreimiento pueda ejercer sobre él, como ha sucedido siempre; se encuentra en la desquiciada conducta de quienes, atemorizados ante las campañas de sus adversarios, han llegado a aceptar que los preceptos morales son un aspecto reservado a la conciencia individual”, ha aseverado.
POR LA “MILITANCIA CATÓLICA” Y CONTRA EL LENGUAJE INCLUSIVO
Para el historiador vasco los “preceptos morales” de los católicos “deben salir de su conciencia individual” y hacerse “presentes” en el espacio público: “La religión no tiene que ser orillada, la fe católica debe tener una militancia pública. El laicismo no lo es tal, es anticatolicismo o anticristianismo, porque no tienen problemas con otras religiones. Los cristianos debemos ir a predicar a todos los foros y plazas lo que hemos recibido a través del evangelio”.
En cuanto al llamado lenguaje inclusivo, García de Cortázar ha asegurado que la Real Academia de la lengua (RAE) debería ser “más exigente” y pronunciarse “con mayor abundancia” sobre esta cuestión: “Recordemos cómo Unamuno se ríe en Niebla de aquellos que confunden el género gramatical con el sexo. Los prisioneros de la ideología de género tienen una obsesión claramente orwelliana. También la Iglesia tendría que ser más radical en esto y contemporizar menos, sacando la originalidad de su mensaje y no buscándola en lo que diga la consejera tal o el ministro cual”.