“Hay quienes hablan con desprecio del cine de Marvel, pero se puede encontrar belleza en cualquier película”

Catherine Wheatley (King's College de Londres)

“Hay quienes hablan con desprecio del cine de Marvel, pero se puede encontrar belleza en cualquier película”

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“Hay quienes hablan con desprecio del cine de Marvel, pero se puede encontrar belleza en cualquier película”

La profesora del Departamento de Estudios Fílmicos del prestigioso King’s College de Londres (Reino Unido) Catherine Wheatley, que visitó recientemente la Universidad Católica de Valencia (UCV), es una de las mayores expertas en el pensamiento desarrollado por Stanley Cavell en torno al cine. Además de reflexionar sobre la obra del filósofo norteamericano, la autora de Stanley Cavell and Film: Scepticism and Self-Reliance at the Cinema (Bloomsbury, 2019) también comparte su opinión sobre la visión cavelliana del séptimo arte y la actual industria hollywoodiense.

En una conferencia reciente usted reflexionó en torno al concepto de ‘wonder’ en dos de sus acepciones –‘asombrarse’ y ‘preguntarse’, en la traducción al castellano de esta voz inglesa-, en relación a la visión sobre el cine del filósofo norteamericano Stanley Cavell.

Sí, me refería fundamentalmente al asombro y a su relación con el modo en que vemos películas, a la manera en que estas captan nuestra atención y hacen que observemos las cosas desde diferentes perspectivas. Es algo sobre lo que Cavell habla de manera muy sutil en algunos pasajes de sus obras, pero no de manera sistemática. Sin embargo, yo encuentro que es una idea muy intrigante.

En mi opinión, hay algo en el modo en que él habla sobre el asombro y sobre nuestra relación con el mundo que es realmente diferente respecto de otras explicaciones filosóficas acerca de este concepto (‘wonder’), sobre lo que es y sobre lo que hace; y también respecto de otros conceptos de teoría cinematográfica sobre el asombro (‘astonishment’), la capacidad de asombrar (‘marvellousness’) o la fantasía. Analizando el concepto de asombro, en concreto, creo que nos topamos con algo ético que, más que distanciarnos, nos acerca al mundo, a aquello que nos rodea.

No sé si le he entendido bien, pero de sus palabras parece que Cavell se aproxima al cine desde una gran humildad intelectual.

Así es. Si lees su libro El mundo visto, una de las cuestiones más controvertidas sobre sus textos en los setenta y los ochenta, cuando empezó a escribir sobre cine, fue que él no estaba interesado especialmente en el cine art house o en películas muy intelectuales sino en producciones del Hollywood clásico; en qué dicen estos films sobre nosotros y sobre el pueblo americano en conjunto, como comunidad. 

Él decía algo así como “¿para qué vamos a fijarnos en ejemplos raros de cine teniendo estas películas tremendamente populares que amamos y que vamos a ver en masa? Seguro que éstas nos hablan más de cuáles son nuestras prioridades o de lo que es importante para nosotros”.

Hoy te encuentras a filósofos hablando de manera mordaz y despectiva sobre las películas de Marvel, mientras que una de las cosas que Cavell decía, y que a mí me encanta, es que se puede encontrar belleza y momentos de belleza en cualquier película. Precisamente, otra herramienta que utilizaba en su enfoque era la búsqueda de momentos. Así, no siempre es necesario que la película tuviese una gran belleza en su totalidad, pero había escenas o detalles -el modo en que una persona lanza una moneda al aire o se acaricia el pelo- que captaban su atención y, a partir de ahí, él se preguntaba: ¿por qué eso ha llamado mi atención? ¿qué hay en ello que ha hecho que me interesase? ¿qué hay de especial ahí?

Creo que eso es estar realmente atento a lo que una película está tratando de hacer, al contrario de coger un modelo teórico de cine e imponerlo.

¿Podemos decir, entonces, que Cavell buscaba la belleza en el cine?

Buscaba belleza y placer. Hay una pregunta que aparece bastante pronto en su obra. Se pregunta por qué disfruta tanto con las películas. ¿Por qué el cine nos produce tanto placer? Un placer distinto al de otras formas artísticas, creo. A reflexionar sobre ese interrogante Cavell le dedica bastante tiempo, tratando de averiguar cuánto tiene que ver eso con su propia crianza, con el hecho de que él iba al cine desde muy pequeño, y con una época en la que ver películas suponía ir a una sala de cine, se iba habitualmente, se iba con la familia…

Hace también referencia a la clase de conversaciones que mantenía después con amigos que habían visto la misma película o el carácter democrático del cine, un arte abierto a todo el mundo. Opino que todo esto está en la raíz de por qué las ideas políticas y éticas de Cavell provienen del gozo, más que de algo que sea difícil o problemático. Y a mí eso me parece muy hermoso.

¿Qué directores destacó Cavell en sus textos sobre cine? ¿Cuáles cree que le gustarían más de entre los actuales?

Se habla de gente como Malick, los hermanos Dardenne o Chloe Zhao –a la que considero muy interesante porque justamente acaba de dirigir una película de Marvel- aunque estos no son equivalentes a los directores que mencionaba Cavell cuando empezó a escribir sobre cine.

De todos modos, la verdad es que él no estaba muy interesado en los directores. En cierto momento de su trayectoria, Cavell habla de algo así como haberse dado cuenta de que las películas "no vienen de la nada", sino que "unas personas las han hecho”. En ese sentido, cuando lees sus críticas fílmicas, él no habla de una película de la misma manera en que se refiere a una obra de teatro de Shakespeare, como el proyecto de un artista individual; es más bien, como si la película en sí misma tuviese una especie de consciencia, como una mente propia. Hay críticos como Daniel Frampton que han reflexionado sobre esto y lo han llevado aún más lejos.

¿Se le ocurre alguna película reciente que cree que le llamaría la atención?

No sé sobre qué clase de películas escribiría ahora; pero él decía que Atrapado en el tiempo (EE. UU., 1993) era una de sus favoritas y hace poco he visto uotra sobre viajes en el tiempo que me ha parecido muy cavelliana: Palm Springs (EE. UU., 2020). Me resulta cavelliana en lo relativo a las comedias que él llamaba de “renovación matrimonial”, a los temas que presenta y a la esperanza sobre el mundo que muestra. Cavell era un optimista, y me parece que eso es algo bueno, es una de las cosas que me gustan sobre su pensamiento.

Siendo así, Cavell era una persona más interesada en qué hace el cine en nosotros que en cómo se hace cine, ¿verdad?

Totalmente. No creo que estuviese muy interesado en por qué la gente hace películas, o en el proceso de hacerlas; siempre se mostraba mucho más preocupado por cómo responde el espectador ante un film y en tomarse en serio ese aspecto de nuestra experiencia para no perderlo. Pero no quiero poner palabras en su boca.

Por supuesto, él comprende las diferencias entre las distintas corrientes cinematográficas y podríamos estar horas hablando del modo en que él habla sobre Hollywood hasta un cierto momento, de lo que sucede tras la Segunda Guerra Mundial y de la especie de colapso del llamado sistema de estudios hollywoodiense; y de lo que supuso Hitchcock y de los nuevos ‘auteurs’ como Scorsese y Coppola, que tienen una visión cinematográfica más autoconsciente, en lugar de disfrutar del medio en sí, por decirlo simplemente. Reflexionan sobre el medio fílmico y le añaden otra capa, lo hacen más difícil.

Para mí ahí está la pureza (me cuesta emplear esta palabra) o inocencia que transpiraba el cine de los inicios -y quizás el de obras como Atrapado en el tiempo-, con el que Cavell tanto disfrutaba. Él quería que nos tomásemos en serio esa inocencia y también nuestra experiencia de ella.

Creo que él nos animaría a no tratar esa inocencia quitándole importancia, a no restarle relevancia al placer que nos produce la inocencia de esas películas. El placer importa tanto como el sufrimiento, y si una película te ha inspirado, ha removido algo dentro de ti o te ha hecho pensar, entonces le debes a esa película y a ti mismo reflexionar sobre esa experiencia vivida y ver a dónde te lleva.

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