Hogueras que crecen (Carola Minguet, Religión Confidencial)

Hogueras que crecen (Carola Minguet, Religión Confidencial)

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“Ermitaño Urbano” fue el apodo que varias veces utilizó el padre Castellani para referirse a él mismo al firmar sus artículos. Es en realidad el estado de vida de casi todos los cristianos, especialmente cuando se vive en una sociedad que le ha dado totalmente la espalda a Dios, con una secularización tan agresiva que hace que atravesemos horas especialmente estériles y destructivas. 

Sin embargo, como señalaba recientemente en una entrevista la escritora Natalia Sanmartín, hay mucha gente que vive su fe y la defiende contra el mundo -tal vez poca en relación a las multitudes- pero la suficiente como para sentirse acompañado. Hay hogueras en todos los confines de la Tierra encendidas por católicos que comparten los mismos anhelos e inquietudes; son hogueras que crecen. 

Estas lumbres se pueden atizar desde muy distintos ámbitos: desde la clausura de un monasterio, la intimidad de la familia o el magisterio de la escuela, a las actuaciones individuales y colectivas en la vida pública. Pero sólo prenden en la medida que su yesca es la doctrina católica; de lo contrario, son ascuas incandescentes, sin llama que caliente.

El próximo jueves 24 de febrero se presentará en Valencia la Alternativa Cultural NEOS, que nace, según explican desde la organización, con la misión de fortalecer los fundamentos cristianos que hoy se pretenden destruir. Ciertamente, esta propuesta aborda temas cruciales como la vida, la verdad, la dignidad de la persona y la familia, la libertad -de expresión, de educación y religiosa-, pero también otras cuestiones que pueden resultar más difusas como son la nación y la corona; existe, en este sentido, el riesgo de nivelar o dar el mismo peso a todas las intervenciones. Es verdad también que, pese a su propósito de plantar cara a la disparatada situación actual desde la “prepolítica” (no quieren ser un partido ni un embrión de un partido) habrá quienes traten de acercarse a esta plataforma y aprovechar la coyuntura con rédito político; aquí radica un segundo riesgo: si se enfatiza en aspectos que se suelen identificar con un determinado color, se puede malinterpretar la naturaleza de esta nueva asociación. 

No obstante, ninguna de estas premisas tiene por qué cuestionar, de antemano, que NEOS pueda ser una hoguera oportuna.

Primero, porque ser católico no implica estar de acuerdo en todas las cuestiones de la vida social y conviene distinguir lo que es esencial a la doctrina, lo que se deriva de esa doctrina y los campos de libre discusión. En estos últimos puede darse la disparidad. Los católicos no nos movemos encorsetados en la uniformidad, sino que vivimos en comunión. Segundo, porque NEOS quiere extender su influencia más allá de lógicas espaciales, temporales o partidistas y redescubrir, de este modo, verdades permanentes, de ahí que también “quepan” no creyentes y ciudadanos con dispar inclinación política que reconozcan en las raíces de nuestra civilización las aportaciones necesarias del humanismo cristiano que ahora se tambalean.

El tiempo actual es gélido. Somos muchos a los que entumecen las cifras del holocausto del aborto y la eutanasia, así como el ataque actual a la Iglesia, encarnecido como nunca. Hace mucho frío en las escuelas, donde la ideología ha ganado el pulso a la pedagogía. Está congelada gran parte de la cultura y de la política, que ha renunciado a la razón fundada para moverse en la fragilidad de la opinión interesada. Que sigan creciendo, pues, las hogueras que alumbran el sentido común.

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