Cátedra de la Mujer
Jumana Trad: “La mujer es el escaparate de los cambios en el islam de hoy hacia una interpretación más estricta del Corán”
Noticia publicada el
miércoles, 4 de mayo de 2022
Invitada por la Cátedra de la Mujer, la presidenta de la Fundación Promoción Social y cofundadora de la Red Euro-Árabe de ONG para el Desarrollo y la Integración (READI), Jumana Trad, ha impartido una conferencia en la Universidad Católica de Valencia (UCV) sobre la situación de la mujer en los países islámicos.
El conocimiento acerca de la sociedad musulmana de esta árabe cristiana, nacida en Líbano en 1957, y de la sociedad occidental, tras muchos años residiendo en España, sumados a la labor que lleva a cabo desde finales de los ochenta en favor de la promoción social y educativa de la mujer en Oriente Medio le permiten tener una amplia e informada visión a la hora de analizar la realidad femenina en las naciones de mayoría musulmana.
Hablar con usted es toda una oportunidad, le voy a ser sincero. En Occidente el conocimiento medio del ciudadano sobre la vida en las sociedades islámicas es muy limitado y muchas veces se basa en lo que descubre en las noticias o a través de las obras de ficción, como las películas o las series; por no hablar de cuestiones concretas como la situación de la mujer en un mundo que a veces se ve como un todo, sin entender demasiado las diferencias entre los países que lo integran.
La diferencia entre la situación de la mujer en Occidente y la de las naciones islámicas es muy grande, y no se entiende muy bien. Debemos recordar, en primer lugar, como decías, que el islam es una religión globalizada que se extiende físicamente por todo el mundo y cada país tiene su propia cultura. Hay hechos poco conocidos, como que las naciones árabes representan solo al veinte por ciento de los musulmanes del mundo. De hecho, la India, donde viven más personas de esta religión (unos 200 millones), no es un Estado islámico.
La aplicación de la ley islámica o sharia en cada sitio es muy distinta en lo referente a la mujer, sobre todo cuando hablamos de los códigos familiares. Por ejemplo, en mi país existe poca diferencia entre la vida de una mujer musulmana y una cristiana. Pero es que Líbano es un caso aparte.
¿En qué sentido?
En que no es una nación musulmana como tal, aunque esté incluido en la Organización para la Cooperación Islámica. Allí el Estado no es confesional, sino que el islam es una de las muchas religiones del país; de modo que cada ciudadano se rige por sus propias normas religiosas en la vida familiar y social. Cada religión aplica sus leyes en lo concerniente a herencias, por ejemplo. Entre los propios cristianos sucede lo mismo, dependiendo de su confesión concreta.
Líbano es especial, desde ese punto de vista; se puede comprobar por la calle, en el trabajo, en todos lados. La convivencia entre ciudadanos con una diversidad religiosa tan grande hace que haya muchas similitudes entre las formas de vivir de unos y otros. Como te comentaba antes, tengo muchas amigas musulmanas casadas felizmente que viven como nosotras, las cristianas.
¿Cómo es, entonces, la realidad femenina en otros países de su entorno?
Hay algunos en lo que es mucho más complicada, en los que se aplica de forma muy estricta la legislación islámica, lo que afecta de manera muy importante a las mujeres porque el trato es muy desigual respecto de los hombres. Es un hecho objetivo que nadie puede negar. Sin embargo, esto no impide que las mujeres, por ejemplo, trabajen o estudien en la universidad en muchas de esas naciones.
Dejando a un lado lugares muy pobres como Mauritania o Afganistán, las mujeres alcanzan en algunos de los estados más integristas un nivel de educación superior al de los hombres. Incluso en la política algunas han sido altos cargos. Ahí está Benazir Bhutto, que fue primera ministra de Pakistán, por ejemplo. La mujer islámica posee mucha fuerza, puede llegar lejos; creo que, en ese sentido, no hay injusticia en los países musulmanes. Cuestión distinta es la vida privada, donde la situación es totalmente distinta a la de los hombres.
¿Qué países limitan más la libertad de la mujer?
Pues mira, hay que alegrarse porque en uno de ellos, Arabia Saudí, ahora se están produciendo algunos cambios. Hasta hace un par de años la mujer prácticamente no podía trabajar ni conducir y llevar el velo era obligatorio; ahora esa situación ha variado un poco. En Irán, otro de los países donde menos libertad posee la mujer, la aplicación de la sharia se hace desde otro punto de vista y son más flexibles en la cuestión laboral.
En esa lista de países más restrictivos está también Iraq, donde las mujeres hace décadas tenían bastante libertad, pero las distintas guerras y sus consecuencias han hecho que vaya hacia atrás. Pakistán sería otro de los lugares con peor situación para las mujeres y, por supuesto, Afganistán. Es una de las naciones más pobres del mundo, en la que se mezclan las tradiciones tribales con las ideas del salafismo, la visión más integrista del islam.
Finalmente, en África habría que incluir en esta lista a Sudán y Mauritania. En este último país la situación era también mejor hace veinte años que ahora, como en Iraq. De hecho, ha aumentado el número de países que imponen la sharia de manera más estricta a la mujer respecto a la situación de hace unas décadas.
¿A qué se debe ese retroceso?
Sobre todo, a dos factores. El primero es la revolución iraní de 1979, que instauró en ese país un gobierno teocrático; el otro, las ideas desarrolladas por el salafismo. Esta vertiente del islam defiende una interpretación literal del Corán, por lo que su rechazo a todo lo que signifique modernidad es total. Del salafismo se han derivado no solo organizaciones armadas como el Daesh sino también otros muchos grupos menos violentos pero que quieren imponer su visión de la religión.
En mi opinión, la mujer es el escaparate de los cambios que se están produciendo en el islam en favor de una interpretación más estricta del Corán.
¿Por qué ha surgido y tomado fuerza en las últimas décadas esa tendencia integrista?
Es un asunto muy complejo. Cada país tiene su historia y su tradición, pero podemos hablar de un hilo más o menos común. Coincidiendo con la época colonialista y ante la gran inferioridad económica y de desarrollo de las naciones islámicas respecto de las occidentales, a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX muchos intelectuales y políticos musulmanes pensaban que sus países debían “occidentalizarse” para salir de esa decadencia. A causa de la presencia colonialista de las potencias occidentales llegaron leyes de fuera a los países islámicos, a las que algunos se adaptaron y otros no.
El problema es que décadas después de estos cambios, la población no había alcanzado el nivel de desarrollo esperado y en esas naciones se habían instaurado regímenes dictatoriales. En el último tercio del siglo pasado aparecieron nuevas ideas que apostaban por la religión como solución a esos problemas, afirmando que la época de mayor esplendor de los países musulmanes coincidió con una aplicación estricta del islam.
La religión en el mundo islámico es entonces un asunto de Estado, digamos.
Hay que entender una diferencia fundamental entre el islam y el cristianismo. En este existe el concepto de separación entre Iglesia y Estado. En el islam no. Religión y nación van unidas. El islam significa sumisión, en el sentido de obedecer a Dios en todas las cosas de la vida. Muchos versos del Corán dicen lo que hay que hacer en cada momento, desde la oración a la política o la economía. Todo debe estar sometido a las palabras del Corán.
Cuando se habla de ese integrismo religioso hay un elemento que siempre sale a relucir y que afecta explícitamente a la mujer, su vestimenta. Desde el llamado velo islámico o hijab hasta el chador o el burka, vemos que la mujer cubre su cuerpo de diversos modos. ¿Forma parte eso también de las enseñanzas del Corán?
No, el velo no es una regla coránica. El Corán solo dice que la mujer debe vestirse de forma púdica. Hay tantas piezas de ropa distintas porque estas dependen mucho de la cultura y la tradición de cada país.
Existen muchas razones por las que una mujer lleva se pone el velo en los países islámicos. Muchas lo llevan de manera voluntaria para mostrar que son buenas musulmanas. Para ellas es una forma de hacer ver a los hombres que son tan creyentes como ellos y que, por tanto, se les debe tratar bien, como es propio de su religión. El Corán, de hecho, no hace distinción entre hombres y mujeres a la hora de ir al Paraíso. Todos los buenos musulmanes lo alcanzan.
Por otra parte, debemos ser conscientes de que no solamente hay integristas entre los hombres, también los hay entre las mujeres y llevan prendas como el burka porque quieren. Algunas musulmanas que vivían en Europa han dejado su vida atrás y se han ido por convicción a Siria o Irak en una situación horrible, para formar parte del Daesh.
Cuando se debate sobre el velo en Occidente, en mi opinión hay que dejar que las mujeres musulmanas se lo pongan. Mientras no lo hagan obligadas, cada mujer debe tener la libertad de llevarlo si así lo desea. Además, se habla mucho de la imposición del velo y no es lo peor que le sucede a las mujeres en los países islámicos.
Supongo que se refiere a cuestiones como la poligamia, los matrimonios con menores o la ablación del clítoris, ¿no?
Cuidado, porque ahí hay una confusión muy habitual. La ablación no es un componente islámico sino de ciertos lugares de África. En cuanto a los matrimonios, así es. Esto me parece verdaderamente gravísimo: hay lugares donde se está permitiendo el matrimonio con niñas de doce y trece años. Lo peor de este asunto es que está ocurriendo en todos los países islámicos, no solo en los más integristas.
Aunque el matrimonio con menores sí está en el Corán, en naciones como Líbano se ha establecido una edad mínima para casarse, que suele ser de 16 años. Pero hay muchos sheijs o imanes en esos países que permiten esos matrimonios y estos se llevan a cabo de manera oculta. Después, cuando la chica llega a la edad permitida, se oficializan.
En esta cuestión hay otra gran diferencia con respecto al cristianismo, como es el caso del católico, en el que el Magisterio de la Iglesia define unas reglas. En el mundo islámico, aunque existen escuelas de interpretación del Corán, al final cada sheij o imán hace la suya. Si tu sheij te prohíbe un matrimonio con una niña, puedes ir buscar a otro que sí lo acepte. Y está pasando cada vez más, porque viene de esa interpretación literal del Corán que se ha ido expandiendo en las últimas décadas.
¿Cuál es el camino que lleve a eliminar costumbres tan atroces como esa?
Precisamente desde la Fundación Promoción Social trabajamos mucho en Oriente Medio con proyectos que tienen siempre un componente femenino. Desde mi punto de vista, lo que debemos hacer allí es fomentar el desarrollo de la educación y de la formación profesional para que las mujeres puedan alcanzar puestos importantes en los países islámicos, sobre todo en política, donde pueden cambiar muchas cosas.
No puedes ir allí a decirle a las mujeres que hacen mal las cosas y que tienen que hacerlas como en Europa; ni coger las ideas de aquí, llevarlas allí e imponerlas, queriendo enseñarles tú. Son ellas mismas las que deben cambiar su situación.
Se habla de manera creciente de feminismo islámico. ¿Es un mito o una realidad? ¿Se parece al feminismo de tercera y cuarta ola que tanta presencia ideológica tiene en las sociedades occidentales de hoy?
Para nada. Las feministas musulmanas que vemos en los medios de comunicación en Europa suelen tener unas ideas muy parecidas a las de aquí, pero esa no es la realidad de los países islámicos. Las feministas de allí lo son en un sentido muy distinto. No quieren renunciar a su fe, su modo de vivir o su sociedad, sino que se haga una interpretación del Corán que dé más libertad a la mujer. Y esa convicción hemos de respetarla.