Pablo Gil, cónsul de Ucrania
"La masacre de Bucha es un horror para las democracias del siglo XXI"
Noticia publicada el
martes, 5 de abril de 2022
Más de un mes después del inicio de la guerra, con millones de familias desplazadas por la invasión, con miles de víctimas civiles y la destrucción masiva de hogares e infraestructuras, la comunidad internacional ha arrancado la semana conmocionada tras el hallazgo de los civiles ejecutados de manera sumaria en la localidad ucraniana de Bucha. Las imágenes de los medios de comunicación que se han publicado, tras la retirada rusa, han arrojado luz sobre las dimensiones de la matanza: al menos 280 cadáveres habían sido enterrados ya en una fosa común.
“Ese es el horror que democracias civilizadas tienen que soportar en el siglo XXI. Si pensábamos que, después de más de 80 años, no era necesario arriesgar la vida por la defensa de la libertad, la igualdad y la justicia, estábamos muy equivocados”, ha afirmado en la Universidad Católica de Valencia el cónsul de Ucrania en la Comunidad Valenciana, Pablo Gil.
Violación de la soberanía de Ucrania y de su Estado de derecho
En su intervención -en el marco de una conferencia organizada por el Instituto de Estudios Europeos (IEE)- el cónsul ha analizado cómo desde el Euromaidán -momento en el que Ucrania demuestra su compromiso con Europa y su deseo de mantener su soberanía e independencia política sin dictados de Moscú- el Estado ucraniano ha tenido que conjugar las reformas políticas y económicas que le acerquen a la convergencia europea junto con la defensa de su soberanía política y territorial.
“Ucrania es un Estado democrático y de derecho, cuyo ordenamiento jurídico, similar al de las democracias occidentales, ampara y aboga por la igualdad, libertad, justicia y pluralismo político. Tras la firma del Acuerdo de la Asociación entre Ucrania y la Unión Europea en el año 2014, Ucrania se comprometió a seguir una agenda pautada de reformas económicas, jurídicas y financieras, así como a acercar gradualmente sus políticas con aquellas en la Unión Europea (UE)”, ha explicado el ponente. Entre éstas, ha destacado la cooperación y convergencia política y legislativa en áreas como la igualdad de los derechos de los trabajadores, la lucha contra la corrupción, el intercambio de información y personal en el ámbito de la justicia, la modernización de la infraestructura energética de Ucrania o el acceso al banco europeo de inversiones.
En este sentido, Gil se ha referido a unas palabras del presidente Putin, previas a 2014, en las que consideraba “nocivo” para los intereses de seguridad rusos el acuerdo con la UE, respaldado por el entonces presidente ucranio Victor Yanukovich, quién paralizó la firma del acuerdo, provocando la ira popular y el inicio del llamado Euromaidán o Revolución de la Dignidad. “Partidos políticos, organizaciones sociales y religiosas, estudiantes, minorías, etc. se movilizaron masivamente consiguiendo la destitución del presidente Yanukovich y su gobierno interino, pero a un alto precio: en los disturbios fallecieron 82 manifestantes y hubo alrededor de 2.000 heridos”, ha subrayado.
La anexión ilegal de Crimea
"Los ucranianos siempre han tenido un espíritu luchador e independiente, espoleado en la última década por una evidencia: no tienen alternativa. La gran diferencia es que quieren mirar al futuro y no al pasado como los rusos, cuyo proyecto se sustenta sobre viejas glorias imperiales y cuyo presente se puede ver en tiempo real en autocracias títeres como Bielorrusia”, ha afirmado el cónsul.
Asimismo, se ha referido a "la anexión ilegal de Rusia de Crimea, una absoluta violación del derecho internacional que propició la resolución 68/262 de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 2014, en la que se instó al mundo a abstenerse de reconocer cualquier cambio en el estatus de Crimea, afirmando su determinación de preservar la integridad territorial de Ucrania”. A ello se sumó la ocupación rusa de facto de partes de la región ucraniana del Donbás, que ha desplazado a más de 1,5 millones de ucranianos de su hogar.
“No es de extrañar, por tanto, que en el año 2019 el Parlamento ucraniano aprobara las enmiendas a la Constitución del país, las que refrendan la política de ingreso en la UE y la OTAN. Ucrania se sentía agredida y desprotegida y el tiempo no ha hecho más que darle la razón. Si tan difícil es entender la voluntad del pueblo ucraniano respecto a la OTAN vamos a ver qué alternativas le quedaban. ¿Quizás la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), integrada por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Rusia –mayor valedor de la misma-, Tayikistán con los observadores Serbia... y Afganistán? A esta última el pasado año le sirvió de bien poco esta condición”, ha planteado Gil.
“De aquellos polvos, estos lodos”
En este punto, el cónsul se ha referido a la diferencia de los regímenes políticos de la OTSC entre ‘moderadas autocracias’ a ‘duras autocracias’ y, al hecho de que “Rusia se ha convertido en los últimos años en una suerte de guardaespaldas, apuntalando regímenes allí donde se tambalean por su merecida impopularidad, como en los casos de Bielorrusia y Kazajistán o en lugares más lejanos de cruentos dictadores como el caso de Siria. Evidentemente, la OTSC no era un club ilusionante para una nación joven y democrática que mira al futuro y quiere integrarse en la Unión Europea”, ha añadido.
“De aquellos polvos estos lodos. El 24 de febrero de 2022, Rusia, una nación autocrática con armas nucleares, invadía Ucrania, una nación democrática de corte occidental. La Asamblea General de Naciones Unidas, testigo impotente, adoptó una resolución humanitaria que exigía a Rusia el cese inmediato de hostilidades con una unanimidad histórica, con solo 5 votos en contra por parte de países ‘campeones’ en violación de derechos humanos con los que Rusia se retrataba: Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea y Siria”, ha concluido este experto.