La UCV, en la celebración del centenario de la FIUC en Roma

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La UCV, en la celebración del centenario de la FIUC en Roma

La Universidad Católica de Valencia (UCV) ha participado en las celebraciones del centenario de la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC), celebrado recientemente en Roma, que han incluido una audiencia privada con el papa Francisco en San Pedro. El evento ha sido organizado con el apoyo del Dicasterio para la Cultura y la Educación; de hecho, su prefecto, el cardenal José Tolentino de Mendonça, ha pronunciado la conferencia inaugural.

El encuentro ha tenido como objetivo reunir a rectores de universidades católicas de todo el mundo con el fin de abordar cuestiones de gobernanza de sus instituciones. Todos los participantes han tenido la oportunidad de reflexionar y compartir sus enfoques sobre el futuro de sus instituciones y mostrar la unidad de las universidades católicas nacidas en el corazón de la Iglesia. Por parte de la UCV, ha asistido el rector, José Manuel Pagán. El simposio ha constituido también un momento de reflexión internacional por razón del vigesimoquinto aniversario de la constitución apostólica Ex Corde Ecclesiae.

Fue Pío XI quien, en 1924, dio su beneplácito a la primera asociación de dieciocho universidades católicas. Un decreto posterior de la entonces Congregación de los Seminarios y de las Universidades de los Estudios refiere que “se asociaron con la intención de que los rectores de las mismas […] con mayor frecuencia, trataran juntos los asuntos […] que se deben promover de manera conjunta en favor de su objetivo más alto”. Veinticinco años después, el venerable Pío XII instituyó la Federación de las Universidades Católicas.

El papa advierte a las universidades católicas del riesgo del funcionalismo

El santo padre ha agradecido a la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC) el encuentro y “el bien que hacen las universidades”: “Sembrar la ciencia, la Palabra de Dios y el verdadero humanismo”. El papa ha pedido seguir adelante con esta misión, pues “el humanismo hace comprender que el hombre tiene valores y que hay que respetarlos: es quizá lo más hermoso y lo más grande de vuestras universidades”.

De las raíces de la FIUC, Francisco ha destacado, en primer lugar, la exhortación a trabajar en red, fortaleciendo así el sistema universitario católico: “En una época de gran fragmentación, debemos tener la audacia de ir contracorriente, globalizando la esperanza, la unidad y la concordia, en lugar de la indiferencia, las polarizaciones y los conflictos”. Asimismo, ha aprovechado su intervención para lamentar que este centenario se vive en un contexto de guerra: “Es esencial que las universidades católicas desempeñen un papel de primer orden en la construcción de la cultura de la paz, en sus múltiples dimensiones que deben abordarse de manera interdisciplinar”.

Por otro lado, el papa ha recordado que la universidad católica “no puede dejar de ser expresión de ese amor que anima toda acción de la Iglesia, es decir, el amor de Dios a la persona humana”. En este sentido, ha advertido de que la educación se está convirtiendo en un negocio: “Un proyecto educativo no consiste sólo en un plan de estudios perfecto, un equipamiento eficaz o una buena gestión empresarial. En la universidad debe palpitar una pasión mayor, debe verse una búsqueda común de la verdad, un horizonte de sentido, y todo ello vivido en una comunidad de conocimiento donde la generosidad del amor, por así decirlo, pueda conmover”, ha remarcado.

“Que las universidades católicas no sustituyan el deseo por el funcionalismo o la burocracia. No basta otorgar títulos académicos: es necesario despertar y acariciar en cada persona el deseo de ser. No basta modelar carreras competitivas: es necesario promover el descubrimiento de vocaciones fecundas, inspirar caminos de vida auténtica e integrar la aportación de cada persona en la dinámica creativa de la comunidad”, ha subrayado el santo padre.

Por ello, ha alertado sobre la “tentación de encerrarse tras los muros, en una burbuja social segura, evitando riesgos o desafíos culturales, dando la espalda a la complejidad de la realidad”. “Esto no es más que una ilusión. El miedo devora el alma. No rodeéis nunca la universidad con muros de miedo. No permitas que una universidad católica se limite a replicar los muros típicos de las sociedades en que vivimos: los de la desigualdad, la deshumanización, la intolerancia y la indiferencia, de tantos modelos que pretenden fortalecer el individualismo y no apuestan por la fraternidad”.

Al final de su discurso, Francisco ha pedido ayuda a las universidades católicas: “Sí, os pido que ayudéis a la Iglesia, en este momento de la historia, a iluminar las aspiraciones humanas más profundas con las razones de la inteligencia y las razones de la esperanza; que ayudéis a la Iglesia a dialogar sin miedo sobre las grandes cuestiones contemporáneas”. 

Adjuntamos el discurso del santo padre.

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