Las raíces cristianas de Europa y su cultura (Miguel Navarro, Las Provincias)

Las raíces cristianas de Europa y su cultura (Miguel Navarro, Las Provincias)

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El tema de las raíces cristianas de Europa despertó una gran polémica cuando, en el 2004, el papa san Juan Pablo II pidió que se hiciera una mención explícita a estas en la futura Constitución Europea. Su petición, como es sabido, no fue atendida, lo cual constituyó una injusticia histórica, pues hubiera sido el justo reconocimiento de la mejor herencia espiritual, en valores y en cultura, de Europa, y también el reconocimiento de la contribución de la Iglesia a la transmisión de esos valores.

En efecto, fue el cristianismo el que forjó, en su mayor parte, la unidad de la Europa medieval, nacida de la desintegración del Imperio Romano, que no en vano se llamó christianitas o cristiandad, porque el vínculo de unión entre pueblos y culturas diversas fue la religión cristiana y los valores que esta comportaba, que hizo de aglutinante de pueblos y culturas distintas. Así, por encima del mosaico de lenguas, tradiciones y costumbres diversas que componen Europa, hay un elemento unificador en todo el continente, que es precisamente el cristianismo. Lo cual es visible todavía en las catedrales, las iglesias y los monasterios que jalonan Europa, en las innumerables obras de arte de contenido religioso cristiano que pueblan nuestro museos, y que expresan una fe hecha cultura, así como en muchas producciones cinematográficas (desde Dreyer a Francis Ford Coppola, pasando por el neorrealismo italiano, la nouvelle vague francesa, Kieslowsky o Lars von Triar) inspiradas en valores cristianos.

Esta herencia cultural cristiana es también audible: desde el canto gregoriano hasta el dodecafónico Krisztof Penderecky, o las obras de Arvo Pärt, pasando por las pasiones y cantatas de Bach, el Mesías de Händel, la polifonía de Palestrina, Tomás Luis de Vitoria, la música de Mahler, de César Franck, de Messianen, de Bruckner, etc. ¿Que sería de la historia de la música europea si se quitara la producción religiosa? Quedaría diezmada, pues es una música impregnada en gran medida de espiritualidad cristiana.

Y esa herencia cristiana es también legible en las grandes obras literarias de Europa, que tienen un gran fondo religioso: la Divina Comedia, los Milagros de Nuestra Señora, El Paraíso Perdido, el Quijote, las obras de Shakesperare, y muchas más. Recordemos que la Biblia fue el primer libro impreso. Y esto no solo en el pasado: gran parte de la literatura europea moderna no se entienden sin el transforndo cultural cristiano, como mostró el interesante estudio de Charles Moeller, Literatura del siglo XX y cristianismo. En este sentido, la cultura europea es cristiana, lo diga o no la Constitución de la Unión Europea.

Pero más allá de estas producciones culturales, el cristianismo ha impregnado la cultura europea de unos grandes valores que la han vivificado y dado una enorme repercusión e incidencia. Ante todo, la fe en un solo Dios, concebido como Padre, es decir como bondad y misericordia hacia el hombre, con la consiguiente desmitologización de la naturaleza y sus fuerzas, que pueden ser estudiadas y utilizadas por el hombre. La superioridad cualitativa de este sobre todo lo material; el componente espiritual de la persona humana, como imagen de Dios, y por ello, su dignidad inalienable, que le convierte en un fin en sí mismo y no en un instrumento manipulable. La valoración positiva de la materia como buena y puesta al servicio del hombre. El sentido lineal e irreversible del tiempo y, por consiguiente, de la historia; y por tanto, el libre albedrío humano no sometido a ningún fatum o destino inexorable y, en consecuencia, la responsabilidad de cada hombre, de sus actos, ante esta vida y ante la eterna. La igualdad esencial de todos los seres humanos, como hijos de Dios que son, y de ahí el amor mutuo como solidaridad con todos, especialmente con “los más pequeños” y necesitados (Mt 25, 40.45). La aceptación (hoy controvertida) de una ley natural, que fundamenta toda otra regla moral. La desmitificación del poder político, separando la esfera civil de la religiosa (“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” Lc 20, 25), con la consiguiente libertad de conciencia. En fin, el impulso vital hacia lo divino, hacia la trascendencia, con el factor de superación que esto supone, y el ejemplo de la vida y el mensaje de Jesús, que quedará como paradigma definitivo de lo humano. Son elementos esenciales de la cultura cristiana, que esta ha transmitido a la europea.

De manera que podemos decir que los valores laicos “ilustrados” sobre los que se funda la Unión Europea y que se recogen en su Constitución (la dignidad humana, la libertad, la democracia, el Estado de derecho, el respeto a los derechos humanos, la tolerancia, la justicia y la solidaridad) son, en el fondo y en gran parte, una herencia cristiana, pues no hacen sino llevar a un plano naturalista o racional lo que es cristiano y está en el cristianismo, y de él lo recibió la misma Ilustración: son valores cristianos secularizados.

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