Paz a vostros (Cardenal Arzobispo de Valencia Antonio Cañizares, La Razón)
Noticia publicada el
miércoles, 18 de abril de 2018
En este tiempo de Pascua en el que escuchamos el saludo del Resucitado: “Paz a vosotros”, el saludo de un mundo nuevo al que trae y acompaña la paz con su victoria sobre toda muerte, sentimos la urgencia de unirnos, como eco, a la plegaria ardiente y vigorosa del Papa Francisco: “hoy, nosotros pedimos frutos de paz para el mundo entero, comenzando por la amada y martirizada Siria”, tan rota desde hace siete años y tan gravemente amenazada en las últimas jornadas a nivel mundial. En esta hora crucial que estamos viviendo en el mundo, que nos llena de inquietud ante una eventual guerra de amplias e imprevisibles consecuencias desastrosas, necesitamos elevar e intensificar nuestra plegaria en todas las partes a Dios, Padre de misericordia, y rogarle por este mundo nuestro para que cese la guerra, la tensión, la violencia, las amenazas contra la humanidad; se restablezca la paz en la justicia y cese toda suerte de violencia y tensión que genera destrucción y muerte, siembra el terror y abre divisiones y odios. Dios quiere la paz. Ha enviado a su Hijo único al mundo para traer la paz. Él ha venido a traer vida, y ha derramado su sangre para la reconciliación y el perdón; Él es nuestra paz.
Necesitamos la paz que Dios da, conforme a su designio. Es hora de intensificar cada uno de los fieles cristianos -de cualquier estado y condición- la oración por la paz. Es hora de que las comunidades cristianas oren con fe viva y corazón anhelante por la paz. Por esto pido a toda la comunidad diocesana esta oración filial y clamorosa ante Dios, el Padre, por medio del Príncipe de la Paz, y de su Madre amantísima, Reina de la Paz, que, en las parroquias y comunidades cristianas, que en la adoración perpetúa o en la adoración permanente, que en encuentros o vigilias de oración se ore por la paz. Como nos pide Dios y su Iglesia, por medio del Papa y los pastores, recemos todos los días por la paz, singularmente, en este año centenario de la aparición de la Virgen en Fátima, y como ella pidió, recemos el Santo Rosario por la paz.
Pido que en todas las Eucaristías que se celebren, -sin olvido ni omisión-, en la oración de los fieles, se eleven preces por el cese del terrorismo y de la guerra, y el establecimiento de la paz.
Creamos en la fuerza de la oración y que la oración nos haga a todos sentir conforme al querer de Dios, Padre de todos, que quiere la paz entre sus hijos, convierta nuestros corazones y nos haga trabajadores incansables de la paz en este mundo tan necesitado de ella. Que Él con la luz de Cristo Resucitado ilumine la conciencia de todos los responsables políticos y militares, especialmente de las principales potencias mundiales, para que por la vía del diálogo, de la verdad y la justicia y la superación de todo interés que no sea el del acuerdo y el bien común, procedan a establecer la paz. Pidamos que la paz del Resucitado sane las heridas que han llevado a situaciones como en las que estamos y que abra las inteligencias y los corazones a la concordia y a la búsqueda de soluciones justas; que nunca falte la solidaridad y la benevolencia, signo de humanidad, para las gentes que tienen que dejar sus tierras y huir en medio de grandes penalidades y para las naciones víctimas de odios e injusticias; que no olvidemos a las víctimas sobre todo a los niños y a las mujeres y a tantísimos que están sufriendo ya los horrores de la guerra y la violencia en Siria, en Oriente Próximo y en tantas otras partes del mundo, como también en Venezuela.
Oremos incesantemente y llenos de fe y confianza, asentados por la esperanza del resucitado, para que se encuentren las vías justas, pacificas y humanas a los diversos y grandes conflictos que afligen hoy a la humanidad entera. Necesitamos invocar el auxilio de lo alto, de Dios, y que conceda sabiduría e inteligencia, cordura y razón a los que en todo el mundo tiene responsabilidades políticas para que respeten siempre la dignidad humana, se esfuercen con dedicación y acierto al bien común, garanticen el desarrollo y la seguridad a los propios y se esfuercen hasta la extenuación por construir la paz para todos. NO A LA GUERRA, SÍ A LA PAZ.