El padre general de los escolapios, el bilbaíno Pedro Aguado, ha participado en una jornada de la Universidad Católica de Valencia (UCV) organizada con motivo del Año Jubilar Calasancio por el Instituto de Investigación San José de Calasanz. El encuentro ha contado también con la participación de monseñor Esteban Escudero y Asun Gandía, vicecanciller y rectora de la UCV, respectivamente, y José Luis Zanón, director del Instituto.
 
En una entrevista concedida durante el encuentro, el padre Aguado expresa la necesidad de “trabajar por la sostenibilidad integral, pues la escuela no se sostiene sólo porque tiene recursos, sino porque tiene educadores identificados y un proyecto claro”.
 
Asimismo, a los 400 años del nacimiento de las Escuelas Pías como congregación religiosa, ve  a la Orden “con muchos desafíos, ganas de misión y afán de servicio a los niños y jóvenes”. Aguado es también consultor de la Congregación para la Educación Católica y preside la Comisión de Educación de las Uniones de los Superiores y Superioras Generales.
 
¿Cómo ve a la Orden cuatro siglos después de su fundación?
Con mucha vida, desafíos y ganas de misión. Vivimos realidades plurales en función de los contextos, pero hay dinamismos comunes: el afán de servicio a los niños y jóvenes, la convicción con la que tratamos de vivir nuestra misión educativa, el esfuerzo por el desarrollo de la cultura vocacional, el creciente número de personas laicas que se sienten llamadas a profundizar en el carisma calasancio, el amor por la figura de Calasanz... Este Año Jubilar está siendo una extraordinaria oportunidad para dar gracias a Dios por nuestra vocación.
 
En los últimos años han fundado en Indonesia, Vietnam, Mozambique, Congo y Perú. ¿Están priorizando el espíritu misionero?
Ciertamente hemos dado nuevos pasos fundacionales en las que deseamos poder llevar adelante nuestra misión. La Iglesia necesita que las Órdenes y Congregaciones religiosas tengamos un buen dinamismo misionero, para poder atender a tantas necesidades. Calasanz fue un hombre que supo combinar muy bien la audacia con el trabajo paciente y sistemático, y eso es lo que tratamos de hacer. Sólo así podemos servir a la causa del Evangelio y a las necesidades de los niños y jóvenes.
 
El laicado escolapio o la pastoral vocacional son otros aspectos en los que también está volcada la Orden en los últimos tiempos...
Citas dos desafíos muy fuertes en los que estamos trabajando mucho. Los dos tienen que ver con la cultura vocacional, y los dos son, esencialmente, un don de Dios. Pero hemos de ser conscientes de que ambos dinamismos hay que impulsarlos.
 
Respecto al laicado, me gustaría citar el fuerte crecimiento de las Fraternidades Escolapias y de los itinerarios de Misión Compartida con los diversos educadores y familias. Vemos claro que si religiosos y laicos, cada uno desde la propia identidad, trabajamos juntos, es mejor para la misión.
 
El otro desafío que citas son las vocaciones religiosas y sacerdotales escolapias. Como todos sabemos, las cosas no son iguales en cada continente, pero el Señor nos está regalando muchos jóvenes que desean entregar la vida desde las Escuelas Pías. En las diversas casas de formación de la Orden hay en torno a quinientos jóvenes preparándose para la vida escolapia. Debemos seguir rezando al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
 
Este año jubilar están impulsando distintas iniciativas, entra las que destaca la reciente celebración de un Congreso Internacional de Educación Escolapia. ¿A qué retos educativos ha tratado de responder?
Desde el primer momento los tuvimos claros: la innovación desde la propia identidad, el crecimiento en una educación basada en el servicio, la capacidad de la Orden de responder a los retos del joven de hoy, la importancia de compartir las buenas prácticas que se dan en cada lugar, lo bueno de crecer en mentalidad de pertenencia a una Orden que tiene un claro proyecto educativo, el crecimiento en la convicción del lugar central del niño y del joven en nuestros planteamientos educativos, la necesidad de crecer en capacidad evangelizadora...  Estoy muy contento de la experiencia de este Congreso. Como es lógico, como todos los grandes eventos, necesitará tiempo para ser acogido y asumido.
 
¿Qué aportaciones de san José de Calasanz cree que han enriquecido más a la educación?
La educación integral, desde la perspectiva cristiana, de los niños y jóvenes, especialmente de aquellos que menos posibilidades tienen. Él proyecta una escuela centrada en el niño, desarrolla dinamismos extraordinariamente propios y originales como la oración continua, promueve la idea de que sólo desde la educación es posible cambiar el mundo, e incluso demuestra que una escuela auténticamente evangelizadora es la mejor plataforma para la transmisión de la fe. Son aportaciones de un nivel extraordinario.
 
¿Y en cuáles cree que urge profundizar o debe revitalizar la escuela católica?
Me parecen importantísimo para nosotros y, en general, para toda la Escuela Católica, trabajar por la sostenibilidad integral de la escuela, que no se sostiene sólo porque tiene recursos, sino porque tiene educadores identificados y un proyecto claro.

También hay que descartar el debate de si tiene sentido la Escuela Católica en nuestra sociedad. Siempre será necesaria una Escuela que evangelice la Educación, que muestre a Cristo, que apueste por el pobre, que huela a Reino de Dios. Esto no lo ofrece ningún currículo oficial.

Asimismo, hay que cuidar y promover la identidad de nuestra escuela como un modo de entender la educación que transforma a todos los que participan de él. En este sentido, es esencial la formación integral de los educadores y la transmisión del carisma a los laicos. Relacionar adecuadamente identidad y misión y la preferencia por los pobres son otros puntos fundamentales.