Desconectar la máquina que mantiene con vida a una persona es una de las decisiones a la que quizás uno no tenga que enfrentarse en su vida, pero que, sin embargo, esta y otras son el pan diario de los profesionales y pacientes en los hospitales valencianos. De ahí la justificación de los comités de bioética asistencial (CEA), formados por profesionales que asesoran a médicos, enfermos y familiares cuando surgen los problemas éticos que estas situaciones plantean.

La finalidad de dichos comités es velar por una atención humana, digna y de calidad, además de tener en cuenta la pluralidad cultural de los ciudadanos y atender a los principios éticos y derechos humanos contemplados a nivel internacional.

Capellanes hospitalarios
Hasta ahora los comités han contado con capellanes católicos, cuya presencia, “sin ningún motivo ni tampoco demanda social”, ha dejado de ser obligatoria según la nueva ley promulgada por el Consell, indica Nicolás Sánchez, profesor de la Universidad Católica de Valencia (UCV) y del Pontificio Instituto Juan Pablo II.

De ahí que se haya pasado de la sorpresa por el anuncio de la norma a la indignación por su redacción final, que entró en vigor el 6 de diciembre y que no ha tenido en cuenta las alegaciones presentadas por el Arzobispado de Valencia en el pasado mes de agosto, en las que se advierte también de que contradice las recomendaciones de la UNESCO.
Igualmente, Constantino Tormo, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Valencia y miembro del CEA del Hospital Dr. Peset de Valencia, muestra su disconformidad con la decisión de la Conselleria de Sanidad de desplazar a las personas encargadas de la asistencia religiosa -que también podían ser laicos- pues “el trabajo que realizan es de primera necesidad”.

Así lo han vivido en dicho centro hospitalario, en el que han decidido mantener la organización previa a la orden, pues ésta deja a la consideración del CEA la elección de dos de los integrantes.

“Nuestro capellán es imprescindible y, a lo largo de los años, ha sido uno de los más activos en la defensa de los derechos  y bienestar de todos los pacientes, sea cual sea su confesión”, subraya.

Autoridad moral
Finalmente, Nicolás Sánchez  recuerda que el “poder” de los CEA recae “en su autoridad moral”, por lo que “es necesario que se consideren todas las dimensiones involucradas en los dilemas éticos”, que no son solo legales, técnicas, sociales y económicas “sino también espirituales”. Así, prescindir de estos asistentes supone “empobrecer las resoluciones de los comités”, aduce.

EL PROFESOR JAVIER LLUNA, EN EL COMITÉ DE BIOÉTICA DE LA GENERALITAT VALENCIANA

Como parte del comité de bioética del Hospital La Fe, el profesor de la UCV Javier Lluna ha lidiado ya con cuestiones como las que se dirimirán en el Comité de Bioética de la Comunitat Valenciana, del que ha sido nombrado miembro recientemente.

Lluna, que pertenece también al Observatorio de Bioética de la UCV, se reconoce católico “sin complejos de inferioridad” respecto de sus colegas y no le asusta que en muchas ocasiones su opinión no sea compartida: “He tenido oportunidades de exponer lo que pienso y nunca me ha preocupado que mi voto disintiese del mayoritario. Mi carrera profesional es lo suficientemente amplia para manifestarme con claridad, pero soy consciente de que tendemos a etiquetar a los demás y corro el riesgo de ser ‘el cristiano’”.

Por esa razón, el docente de la UCV sabe que cada una de sus manifestaciones debe partir siempre “de posiciones puramente científicas”, aunque “lo científico no esté reñido con lo espiritual sino más bien al contrario”.

Carola Minguet/comunicacion@ucv.es