“Proclaman la necesidad de formar alumnos con capacidad crítica a la vez que limitan las humanidades”

Grupo de Evaluación e Innovación Educativa

“Proclaman la necesidad de formar alumnos con capacidad crítica a la vez que limitan las humanidades”

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“Proclaman la necesidad de formar alumnos con capacidad crítica a la vez que limitan las humanidades”

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció hace apenas unos días la puesta en marcha de un plan nacional de refuerzo escolar en matemáticas y comprensión lectora, en vista de los malos resultados de los alumnos españoles en el Informe PISA. No es el único problema académico del país: la tasa de abandono escolar (13,4%) es casi cinco puntos superior a la de la Unión Europea (9%).

La propuesta de Sánchez coincidió, además, con la unánime aprobación por parte del Consejo Escolar del Estado, perteneciente al Ministerio de Educación, del veto a los móviles en las aulas de primaria y su limitación en las de secundaria. Asimismo, Bartolomé Pérez, director de la Oficina Autonómica de Salud Mental y Adicciones de la Generalitat Valenciana, ha comunicado que los psicólogos de este organismo han comenzado a colaborar con Educación, pues los casos de bullying y autolesiones en los colegios se han duplicado en tan sólo cuatro años.

Para arrojar un poco de luz al respecto de éstos y otros desafíos que enfrenta la educación valenciana y española, el grupo de investigación Evaluación e Innovación Educativa de la Facultad de Magisterio de la Universidad Católica de Valencia (UCV), encabezado por la decana, Ángela Serrano, analiza en estas páginas sus causas y apunta posibles soluciones.

Tras el peor resultado histórico en los informes PISA, parece que son necesarios cambios en profundidad en nuestro sistema educativo. El propio informe llega a afirmar que el nivel de los estudiantes españoles de 15 y 16 años es “significativamente inferior” al que tenían hace tan sólo una década. ¿Qué estamos haciendo mal y cómo podríamos cambiar las cosas?

Es posible que esos resultados tengan una relación directa con las consecuencias derivadas de la pandemia por la covid-19. Es llamativo que todos los países de la OCDE hayan empeorado sus resultados en la última prueba. El periodo de confinamiento, donde se tuvo que instaurar un aprendizaje remoto y los alumnos no podían asistir a clase, tuvo, según todos los estudios internacionales, una serie de consecuencias negativas entre el alumnado. No sólo de índole académico, también en aspectos relacionados con la salud mental, como el estrés, la ansiedad, o el miedo… que han afectado y siguen afectando profundamente al colectivo de estudiantes en todas las edades y en todos los niveles.

Las medidas a corto y medio plazo para revertir la situación seguramente deben dirigirse a poner el foco en el cuidado. Hoy debería estar más presente que nunca la pedagogía del cuidado, que planteaba Nel Noddings hace ya algunos años: situar al alumno en el centro del proceso, cuidar las relaciones personales, afianzar su confianza, creer en él; en definitiva, sanar todas sus heridas. Como reclama la UNESCO se deberían crear, además, programas de salud mental para los alumnos y los docentes, fomentar la discriminación positiva entre el estudiantado en situación de vulnerabilidad y, por último, volver a reenganchar a los estudiantes a la escuela, al deseo de aprender.

En PISA también se observa el desplome educativo de dos autonomías: Canarias y la Comunidad Valenciana. Aunque los estudiantes de esta última han mejorado en ciertos aspectos y escalado algún puesto a nivel nacional, el bajón de rendimiento valenciano sigue siendo notable, teniendo en cuenta que en 2015 liderábamos el ranking nacional.

No hay explicaciones que justifiquen por sí solas la subida o el desplome de una u otra comunidad autónoma en los resultados PISA. Las razones son múltiples y variadas. Siempre se sitúa la mirada en los docentes y en los alumnos, pero, lejos de buscar culpables, es necesario plantear soluciones que mejoren la calidad de la educación de nuestros alumnos.

Una medida que siempre ayuda a mejorar la calidad de educación y que deberían implementar los diferentes Gobiernos es la apuesta decidida por mejorar la formación del profesorado, tanto inicial como continúa. Desde las políticas educativas se deberían incentivar los cursos de formación y perfeccionamiento, para lo cual es necesario dotar de recursos económicos y temporales a los docentes para atender a dicha formación.

¿Qué otras acciones propondrían?

Por ejemplo, las políticas educativas deberían también dotar de más profesorado a los colegios e institutos, fomentando grupos más reducidos que puedan atender a la diversidad del aula, así como iniciar metodologías compartidas entre docentes. También se debe apostar por medidas compensatorias para todos aquellos alumnos que más sufrieron las consecuencias de la pandemia, familias vulnerables o en riesgo de exclusión social.

Todo ello favorecería una educación más personalizada e individualizada, más justa y equitativa. La calidad de la educación se basa en un entramado complejo de circunstancias, donde la figura clave es el docente, tal y como ya nos anunció el informe Mckinsey de 2007. El sentido de la educación es, asimismo, el alumno, al que toda iniciativa debe ir dirigida; y la beneficiaria de la acción educativa es la sociedad en su conjunto. Por tanto, más y mejores docentes, más y mejores pedagogos, más y mejor atención al alumno.

En el nuevo proyecto de orden de la EBAU para 2024, el Gobierno ha decidido rectificar parcialmente ciertos puntos de su plan pedagógico original. Hasta ahora, se establecía que todos los alumnos elegían examinarse de Historia o de Filosofía en la fase general de la prueba. Con el cambio introducido, los alumnos podrán examinarse de la asignatura que no hayan seleccionado para subir nota. La estocada a las humanidades parece menos grave, pero se mantiene. ¿Por qué creen que éstas tienen cada vez menos sitio en los planes educativos? ¿Nos perdemos algo?

En los últimos años, la educación está siendo víctima de una gran paradoja. Desde todos los ámbitos educativos se proclama la necesidad imperiosa de formar la capacidad crítica del alumnado, el pensamiento reflexivo, la autonomía o la capacidad de decidir. Sin embargo, tal y como muchos autores denuncian, se está limitando paulatinamente el impacto de las humanidades en los diferentes currículums académicos.

En esa línea, la profesora y filosofa Martha Nussbaum afirma que nos encontramos ante una verdadera “crisis silenciosa” de la educación que tiene consecuencias directas en el desarrollo de la democracia. Las causas de esta “despreocupación” por las humanidades pueden ser varias. Por un lado, limitar la capacidad de pensar de la población, muy en la línea de las denuncias de la UE ante el avance exponencial de las tecnologías de la información y de la comunicación, concretamente de la inteligencia artificial. El atractivo de estas tecnologías se ha convertido en un verdadero peligro para la capacidad de decisión autónoma de jóvenes y no tan jóvenes.

¿Y la otra causa de la crisis?

La preocupación por la “capacitación técnica” para el desempeño profesional de los estudiantes está situando en el centro del proceso educativo conceptos como emprendimiento, empleabilidad o competencias. Enfocadas desde perspectivas erróneas -economicistas y no humanistas- pueden distorsionar el sentido de una verdadera educación: formar personas libres, críticas e inteligentes.

Tal vez, estas corrientes -a veces interesadas- estén en el origen del arrinconamiento de las humanidades. Seguramente, nos estemos perdiendo un replanteamiento a nivel mundial de las capacidades humanas, que persigue una construcción de una sociedad con más sentimiento de libertad y de opinión que nunca, mientras se trata realmente de una sociedad totalmente dirigida y manipulada. A estos riesgos debemos hacer frente desde la educación.

¿Qué les parece el veto a los teléfonos móviles en colegios e institutos?

Su uso libre durante la jornada escolar es perjudicial para el aprendizaje. No sólo es un elemento distractor, sino que además puede ahondar en el aislamiento y en el acceso a contenidos inadecuados. Es cierto que muchas voces también han hecho referencia a “aprender a usar bien” los móviles y no prohibirlos. Ciertamente, debemos enseñar al alumnado a usar bien estos y otros dispositivos tecnológicos que se emplean en la vida diaria, haciéndolos cada vez más responsables y autónomos.

Hacer eso, no obstante, no supone dar carta blanca a su uso en todo momento en los centros escolares. Tenerlos al alcance de la mano es una tentación para los adolescentes, y pueden hacerles perder largos periodos de aprendizaje, costosamente recuperables.

¿Qué responden a aquellos que no están de acuerdo con la medida?

Por lo que respecta al equipo docente, el profesor que quiera utilizarlos como medio para aprender, puede hacerlo, por ejemplo. Está permitido, bajo la supervisión del profesor que lo requiera. En cuanto a aquellos padres que desean que sus hijos tengan móviles para poder comunicarse con ellos en todo momento, es necesario recordar que toda la vida hemos asistido a los centros y no hemos precisado de ellos. Además de confiar en el profesorado, que es el responsable de sus hijos, deben diferenciar el uso del móvil en el centro de su posesión. Los alumnos pueden tener el móvil desconectado totalmente hasta salida del recinto escolar.

El 'bullying' en redes sociales ha sido una de las razones que impulsado la decisión de prohibir el uso de móviles en escuelas e institutos. España ocupa la tercera posición mundial en casos de acoso escolar, según un reciente informe de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras…

El 'bullying' sigue siendo una de las asignaturas pendientes del sistema educativo español. Es verdad que se han alcanzado grandes logros que han permitido crear protocolos eficaces. Sin embargo, la entrada de la ‘tecnologización’ en los centros durante los tres años siguientes a la pandemia ha influido significativamente en que disminuya el acoso escolar clásico y aumente el realizado ‘online’. Ello ha tenido como consecuencia para las víctimas un mayor impacto social, el anonimato de los autores, la impotencia de no saber a qué se enfrenta la víctima, entre otras consecuencias.

Respecto de los programas, hace ya varios años que el diseñado por Cristina Salmivalli en Finlandia, KIVA, es uno de los más exitosos para prevenir y combatir el acoso. Su impacto radica en la sensibilización de los alumnos espectadores y consiste en crear un sistema de protección y denuncia por parte de la red de estudiantes testigos de la situación. Así, este programa ofrece una serie de recursos que protegen la víctima, contando con el apoyo del grupo de compañeros.

El reciente informe sobre ataques a la libertad sexual elaborado por el Ministerio del Interior ha confirmado que estos delitos siguen su escalada en las estadísticas de criminalidad. Llaman la atención los números respecto de los menores: en 2022, el número de condenados ha aumentado un 14% respecto del año anterior”. ¿A qué atribuyen esta preocupante cifra?

Lo que está sucediendo está muy claro. Desde hace tiempo, la investigación sobre violencia juvenil y sobre agresiones sexuales ejercidas por menores ponen en evidencia que entre los factores de riesgo para estas conductas está el consumo de pornografía a edades cada vez más tempranas, la hipersexualización de los contenidos visionados por menores, la formación sexual alejada de un concepto integrado de la totalidad de la persona, la trivialización de las relaciones afectivas, la carencia de una visión global de lo que es la persona y su dignidad, la apología de la violencia y la despersonalización del otro…

Por ello, el papel de la educación debe replantearse, especialmente para la formación de los niños de primaria y los adolescentes de secundaria, debemos plantearnos la urgente necesidad de una sólida formación humanística, con una visión de la globalidad de las dimensiones de la persona no segmentada, fomentar la consolidación del respeto al otro, la responsabilidad de los hechos, la bondad y en especial la formación de los valores de la dignidad de otro.

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