El Instituto de Estudios Estratégicos e Internacionales (IEEI) e INEDE Business Schoool, de la Universidad Católica de Valencia (UCV), han celebrado en el Campus de Valencia-San Juan y San Vicente, la jornada 'Retos de la Ciberinteligencia y la Ciberseguridad en la Empresa', en la que ha participado, entre otros, Román Ortiz, vicepresidente para América Latina y director de Seguridad Internacional y Desarrollo de la empresa con presencia en todo el mundo Cordillera Applications Group.

Ortiz –cuya firma se dedica a la minimización del riesgo de las inversiones de sus clientes a nivel internacional- ha analizado en su intervención el efecto de los movimientos ciudadanos, a través de las nuevas tecnologías de comunicación e información: “Estos nuevos movimientos de protesta tensionan la arquitectura institucional, conmocionan las estructuras de partidos y debilitan la legitimidad de democracias consolidadas, como está sucediendo en España y Francia”.

“El éxito de las protestas masivas como forma de hacer avanzar reivindicaciones desacredita a las instituciones formales y ofrece una herramienta para la intervención de potencias extranjeras en los asuntos internos de un país, como ha hecho Rusia. Por otro lado, incrementa la inestabilidad, eleva los costes de la gobernabilidad y alimenta el miedo al desorden, con lo que favorece las opciones extremas para garantizar la estabilidad”, ha remarcado.

“Las fuerzas de seguridad están desbordadas ante estas protestas masivas y sostenidas, entre otras razones, porque las unidades antidisturbios suelen ser pequeñas y el empleo de nuevas tecnologías por los manifestantes reducen la ventaja táctica policial. La posibilidad de reducir la conectividad por parte de las fuerzas de seguridad solo se puede realizar a un alto coste económico y político. Además, la profesionalización de ciertos grupos ha implicado un crecimiento de la violencia y es más complicado aislar los disturbios en una parte de las ciudades”, ha relatado Ortiz.

LIDERAZGO “DESCENTRALIZADO Y OPACO”

Así, Ortiz ha repasado en su conferencia la escalada de protestas globales de la última década, desde las protestas en Túnez y el inicio de la llamada Primavera Árabe en Egipto (2010-2011), pasando por el EuroMaidan de Kiev (Urtania) en 2013, las protestas estudiantiles en Venezuela de 2017, el movimiento de Chalecos Amarillos en Francia (2018-19), hasta el convulso 2019 con las revueltas en Hong Kong, Chile, Ecuador o Cataluña.

Ortiz ha situado el ejemplo de que las nuevas protestas resultan “fuertemente desestabilizantes” en “democracias débiles con problemas de legitimidad” en Chile; y de que también los son para dictaduras “incompetentes o en declive”, en Egipto.

Por su parte, las dictaduras “efectivas y sin restricciones” recurren a distintos métodos para sofocar estos movimientos sociales. En Venezuela, por ejemplo, se utiliza la “pura represión”, mientras que en China se está optando por dejar que se vayan desgastando con el tiempo; en Siria, se impulsó la “radicalización” de las protestas para luego poder ejercer la violencia contra ellas, hasta llegar a la guerra civil.

Las protestas “masivas” tienen en las nuevas herramientas comunicativas (Twitter, Facebook, Whatsapp o Telegram), según ha remarcado Ortiz, “un nuevo vehículo para la propaganda y la movilización, para conseguir financiación, para coordinarse tácticamente”, y permiten, asimismo, un liderazgo “descentralizado y opaco”.

“Los manifestantes se han profesionalizado, de algún modo. Hay grupos radicales que viajan de unos escenarios a otros como gesto de solidaridad con otros, aprenden a equiparse en estas situaciones, a utilizar armas improvisadas y a innovar en sus métodos de protesta”, ha indicado.

PROTESTAS PACÍFICAS Y VIOLENTAS, SOLAPADAS

Estas nuevas revueltas callejeras impulsadas por las nuevas tecnologías son “más flexibles y adaptables” que las de antes, de modo que “pueden cambiar de dirección o recorrido sobre la marcha”; están “descentralizadas”; las protestas pacíficas y violentas se “solapan”, haciendo que sean “difíciles de separar”; son “más sostenibles en el tiempo”; y resulta más fácil “mantener su cohesión”.

En opinión de este experto en análisis de conflictos internacionales, esta “oleada revolucionaria” es similar a la que puso en marcha el final de la guerra civil china en 1949 y que duró hasta el 89, aunque ahora el “entorno” de estos movimientos es distinto porque las protestas “tienen lugar en espacios urbanos altamente interconectados”.

En ese sentido, las nuevas tecnologías de comunicación han transformado “la estructura y la dinámica” de las protestas, “en un entorno globalizado al margen de los Estados”, lo que permite “una alta circulación de personas e ideas que facilitan y sofistican las comunicaciones”.

“Las ciudades son el lugar ideal para estos movimientos porque son espacios más fáciles de dislocar, al estar altamente interconectados. Siendo nodos globales de interconexión, las protestas se globalizan automáticamente y su efecto político es más grande porque son el sitio donde se concentran las élites políticas y económicas. Además, la abundancia de espacios emblemáticos, centros de poder y estructuras críticas representan oportunidades para multiplicar el impacto de las protestas”, ha expuesto.

EXPERTOS EN CIBERINTELIGENCIA Y CIBERSEGURIDAD

En la jornada ha participado también Miguel Ángel Juan, socio director de S2 Grupo, compañía española con tecnología propia, referente en ciberseguridad y ciberinteligencia, que desarrolla proyectos a nivel internacional de auditoría y consultoría, productos específicos, y realiza una gestión continuada de la seguridad y explotación de sistemas de misión crítica.

El acto de IEEI e Inede ha contado también con el experto en ciberseguridad Vicente Moret, ‘of counsel’ para el área de Derecho Mercantil de Andersen Tax & Legal, firma independiente legal y fiscal con presencia en todo el mundo a través de Andersen Global.