Un Dickens que salve la Navidad en Valencia. (Francisco Cardells, Las Provincias).
Noticia publicada el
miércoles, 27 de diciembre de 2017
En medio de la nostalgia por la Navidad de siempre que se estaba desvaneciendo en la época victoriana británica un autor de reputado éxito como Charles Dickens escribió sin duda la novela más memorable en defensa del espíritu navideño: A Christmas Carol (Canción de Navidad). Hay un antes y un después de aquel 1843 por la repercusión de esta obra que supuso para todo el mundo anglosajón una recuperación de la Fiesta de Navidad con un sentido cristiano haciéndose un hueco entre las incipientes postales de felicitación y la proliferación de los árboles decorados.
Hoy por desgracia vivimos en Valencia sin un Dickens que salve la Navidad. Parece que las ciudades se afanan en competir con crear pistas de hielo artificiales como si estuviéramos en Canillo (Andorra) o en multiplicar árboles a modo de abetos replicantes por todos los barrios como si esto fuera la Selva Negra (Baden).
Evoco la Navidad perdida de nuestros mayores, menos consumista y más sencilla, pero que reunía lo mejor de cada casa en torno al hogar para cantar villancicos alrededor del Nacimiento o Belén. Por la noche, una cena abundante de receta variada que se solía rematar con la asistencia colectiva a la “Misa del Gall” en la candidez de la Nochebuena pero sobre todo para los mayores era recordado el festín de “L’Olla de Nadal” un puchero ritualizado con jugosas pelotas de carne, y acompañada de todo tipo de ingredientes hipercalóricos, “cansalà i cigrons”, que se remataba con postres especiales a base de dulces y turrones de la tierra, “neules i coques cristines” y “pastissets de moniato”.
El día de Nadal o Navidad era muy importante pues tras la copiosa comida se procedía a les “estrenes” que los padrinos daban a sus ahijados en forma económica tras “besar-li la mà”, un ritual quizá demasiado jerárquico para nuestros tiempos. Al igual que sucede en Pascua, Nadal vertebraba el calendario valenciano y le seguían el primer, el segon y el tercer día de Navidad, dedicados a “Sant Esteve, Sant Joan i als Innocents”.
De hecho, algunos niños no podían esperar a la Epifanía o día de Reyes y recibían de sus padrinos la Casca, una especie de dulce en forma de anguila a base de azúcar y almendra decorada, que se ofrecía en cajas decoradas que pasaban de padres a hijos en una tradición valenciana ya casi desaparecida que debería recuperarse de manera urgente. La generalización del Roscón de Reyes parece que ha ido empequeñeciendo esta costumbre autóctona.
Por su parte, las campanadas de Nochevieja son algo relativamente moderno y aunque algunos acudían al reloj del campanario más famoso (Patraix o donde fuera) no estaba generalizado tanto como hoy a pesar de contar la ciudad de Valencia con el Reloj más viejo de España en la calle del mismo nombre (Reloj Viejo) junto a Cavallers.
En este sentido, sólo desde el vigor de nuestra cultura y su engrandecimiento es posible reconocer el valor de nuestras costumbres e impedir que se desvanezcan. El libro “siete tópicos y una reflexión sobre España y sus mitos” busca revisar aquellas afirmaciones comunes, ciertas o no, aceptadas por nuestra historia, para darles su sentido y protegerlas como patrimonio común.
¿Qué queda de aquella Navidad valenciana? Cada vez menos. La Carta ya no se remite tanto a Sus Majestades Los Reyes Magos sino que progresivamente crece (y engorda) la imagen de Papa Noel, trasmutado de verde en rojo por deseo comercial, y los regalos que pedimos son ajenos a nuestra historia y cultura. Este año han hecho furor los drones, las botas de cowboy y el test genético, el primero para soñar en un futuro alejado de nuestra tierra, el segundo basado en una cultura yanqui y el tercero para rubricar que en este momento y al paso que vamos ya no sabemos ni quienes somos.
Que venga Dickens o un nuevo Palleter y nos lo digan!!!