El Grado en Criminología de la Universidad Católica de Valencia (UCV), en colaboración con la Jefatura Superior de la Policía de la Comunidad Valenciana, ha celebrado en el Campus de San Juan y San Vicente la primera jornada de II Seminario jurídico, policial y social sobre la figura del menor, que tendrá lugar durante los días 21 y 22 de noviembre en el salón de actos de Cajamar (Paseo de la Alameda, 34).

La decana de la Facultad de Ciencias Jurídicas, Económicas y Sociales, Nuria Martínez, ha asegurado en la inauguración del encuentro que en la actualidad “resulta esencial fomentar la formación y la transmisión de conocimiento entre el ámbito profesional y el universitario. Con este seminario se pretende visibilizar desde diversas perspectivas el fenómeno del bullying, agravado en los últimos años por la utilización de las tecnologías, y para ello en este seminario se ha pretendido abordar la cuestión desde la perspectiva del agresor pero también desde la víctima del acoso”.

Entre las participantes en el seminario se ha encontrado la inspectora Rosario Hernández Sáez, del Grupo de Menores (GRUME) de la Brigada Provincial de la Policía Nacional, que ha advertido de que en la actualidad les llegan “casos más complejos, de niños de 4 y 5 años que están siendo acosados”.

“No sabemos hasta qué punto un niño de esa edad es consciente de que es un acosador. Recuerdo un caso de un niño de 6 años que acosaba a sus 19 compañeros de clase y a la profesora. A nivel policial no podemos intervenir, buscamos que el colegio y los padres actúen, pero es muy complicado. Muchas veces los padres no quieren llevar al hijo acosador al psicólogo porque dicen que su niño es muy bueno, en casa se porta muy bien y no hace daño a nadie. Es muy difícil cuesta mucho hacerles ver lo que su hijo tiene una actitud violenta o agresiva hacia sus compañeros”, ha expuesto.

VÍCTIMA Y AGRESOR SON OBJETO DE PROTECCIÓN POLICIAL

De igual modo, Hernández Sáez ha explicado que durante una investigación los expertos del GRUME parten de la base de que, “tanto la víctima como el agresor”, son “objeto” de su protección: “Es algo evidente en caso del acosado pero es que el acosador quizás está reproduciendo algo que sucede en su casa, y focaliza su rabia contra un compañero a causa de los abusos que recibe en el ámbito del hogar”.

En los casos de bullying, la intervención de la Policía debe ser la “mínima posible”, según ha manifestado la inspectora del GRUME, pues puede ser un hecho “más lesivo” para el menor acosado.

“Les tomamos declaración a partir de los 11 o 12 años y dependiendo de cómo veamos la madurez psicológica del niño, según lo que nos refieran los padres. Si no lo vemos adecuado lo dejamos para que la Fiscalía le tome declaración en una cámara gesell, donde un psicólogo conseguirá a través de juegos que el niño exprese lo que ha sufrido”, ha remarcado.

La clave para ponerle solución a estas situaciones es la “colaboración entre los adultos implicados”: padres y colegio. En esa tarea, Hernández Sáez ha afirmado que la “prioridad” es “estar en contacto con el centro escolar y que la información fluya”. Si eso sucede, colegio y policía pueden atajar el problema “sin tener que tocar al menor”, aunque también se da el caso contrario, cuando el centro “ignora a los padres y no pone medios”.

FISCAL DELEGADA DE MENORES: “HAY QUE ATAJAR LOS CASOS DE BULLYING ANTES DE QUE EL ACOSADOR INTERIORICE LA VIOLENCIA COMO FORMA DE RELACIÓN”

En el seminario ha intervenido también la fiscal delegada de Menores de Valencia Consuelo Benavente, que ha asegurado que “cuando un menor llega a los catorce años, edad en que ya son imputables por acoso escolar, hay muchas cosas que trabajar con este. No simplemente busca el reconocimiento o que le reconozcan como un machote o una machota; actúa para reforzar su autoestima, a causa de un trasfondo que debe trabajarse en casa, en el colegio”.

“No soy experta, yo hablo desde mi experiencia como jurista en muchos casos de acoso escolar; pero en mi práctica profesional he comprobado que si esas actitudes no se atajan antes, el menor interioriza la violencia como forma de relacionarse y, de adulto la extrapola a otros niveles”, ha aseverado.

Así, dejada atrás la etapa escolar, pasan a ser adultos que pueden ejercer “acoso laboral, violencia de género o agresividad, en general”. De hecho, un menor que vive en su casa la violencia de género “tiene muchas papeletas para repetir ese comportamiento después”, ha indicado Benavente.

Respecto de su labor profesional, la fiscal de Menores ha asegurado que, tratando cada día con casos de menores, “algunos durísimos”, aprende a llevar su profesión “como lo puede hacer un cirujano al que se le mueren pacientes en la mesa de operaciones”.

“Algunos casos se quedan contigo y te los llevas a casa. Ves cosas que es inevitable que te acompañen, pero hay otros casos en que ves que se consigue una respuesta positiva. Tuve un caso de un menor de 14 años acosado por otros de su misma edad, y por tanto no imputables, en los que lo único que pudimos hacer fue abrir un expediente de protección, tras lo que su colegio aplicó una serie de medidas y protocolos que han funcionado. Hace poco hablé con la madre de este chico, al que iba a cambiar de centro, diciéndome que su hijo estaba feliz y se quedaba en ese colegio”, ha relatado Benavente.

PERFIL DEL ACOSADOR Y SIGNOS DEL NIÑO ACOSADO

Por su parte, la codirectora del Máster Universitario en Resolución de Conflictos en el Aula de la UCV Ángela Serrano, ha trazado ambos perfiles en su intervención ambos perfiles; y la psiquiatra y criminóloga Mayte Lázaro, profesora de la UCV, ha expuesto los signos mediante los que padres y profesores pueden darse cuenta de si un menor está siendo acosado.

Durante la segunda jornada se ofrecerán claves para la prevención del acoso, fundamentalmente ante el cyberbulling y otras tecnoviolencias, que analizarán expertos como los docentes de la UCV Ángel Turbi y José Vicente Esteve.